"Cuadro" según Negro Índigo

20 de marzo de 2008




La mujer tomó aliento y cerró sus grises y ancianos ojos. Parte de un largo pelo canoso la cubría un lado del rostro. Parecía dormida, aunque las arrugas de la frente denotaban una gran concentración. Entonces, cuando menos parecía que iba a hacerlo, comenzó a hablar:

- Veo a un joven. Un joven como cualquier otro, sin ningún rasgo en especial. Está cazando ninfas, a la orilla de un río. Ellas le observan, aunque él muestra más interés que ellas. Ellas mantienen la curiosidad, y una cierta intriga por algo más bien lejano a su mundo. Él lleva a cabo una búsqueda, una búsqueda en pro de ganancias. Aunque por contra, su búsqueda le puede acarrear numerosas pérdidas.

Todas ellas tienen el aspecto que él desea. En todas ve lo que quiere ver, y por eso le gustan. Le resultan agradables y satisfactorias, porque cumplen con sus expectativas. Se diferencian en lo que representan, en lo que pueden otorgarle según se decida por una o por otra.

Hay muchas y muy diferentes, y se aparecen según los intereses de cada visitante. Nunca acuden todas juntas, porque unas y otras son en ocasiones opuestas.

Una de las ninfas que más cerca de él se encuentra, es la que se refiere a su éxito. Bien es cierto que a él le va bien, porque cada cosa va llegando a su momento. Sale victorioso de los objetivos que se propone, y está llevando a cabo con satisfacción numerosos proyectos. No puede quejarse, pero aún así, anhela más.

Un poco más a la izquierda está la que cuida el aspecto del amor. Él conoce el amor, lo acaricia con sus dedos cada día, le susurra al oído cada noche. Pero no sabe reconocerlo, y por ello ha dejado de ser suficiente. Necesita la novedad, sin preocuparse por lo que pueda perder. Aunque puede que no sea amor exactamente lo que está buscando, de esto también anhela más.

La tercera se encuentra un poco alejada, y es la que habla del dinero. Él tiene lo que todo el mundo, incluso más que la mayoría en ocasiones. Tiene bienes materiales que le satisfacen, o al menos lo hacen temporalmente. Y tiene la posibilidad de adquirir más, puede darse caprichos cuando le apetecen. Pero aún así, anhela más.

A su derecha rodeada de nenúfares está la que corresponde a la suerte. A esa la conoce bien, aunque él no lo sepa, porque la suerte suele estar de su lado. Las coincidencias no existen, y las cosas suelen salirle bien. A veces antes, y a veces se toman su tiempo. A pesar de ello, él anhela más.

Detrás de ella está la de los deseos, siendo ésta la que más le interesa. Lleva un buen rato mirándola, y ella lo mira a él. Aunque de nuevo, cada uno lo hace por causas diferentes. Contra más deseos ve cumplidos, más pide. Y se está haciendo difícil de complacer. Ha visto consumadas muchas de sus expectativas, de sus sueños. Y a pesar de ello, anhela más.

La última de ellas, la que más alejada se encuentra, es la que corresponde a la felicidad. Es esa gran incomprendida. Nadie puede exponer cuán feliz es, a no ser que tiempos de infelicidad le acosen. Entonces es cuando se echa la vista atrás, y se desea volver a lo que se tenía. Pero mientras todo va bien, él se encarga de ver los puntos negros. Se ha centrado en lo malo, y ya no es capaz de distinguir lo bueno. Ha olvidado los detalles, ha olvidado los contrastes. Ciertamente, es una persona feliz, aunque él no se lo crea y nunca se vea satisfecho. Y es que aún así, anhela más.

Parece que ha terminado de observarlas, y se inclina sobre ellas. Pero no se decide por una en concreto, sino que las quiere abarcar a todas. Y ellas, asustadas, corren y se apartan. No quieren tener nada que ver con él. Su curiosidad se ha visto satisfecha por sus visiones, y no las ha gustado lo que han visto.

Él se inclina tratando de atraparlas, y cae al agua. Lo que eran aguas de río apacibles y cristalinas, se han convertido en un pozo oscuro e interminable. Habiendo tenido todo al alcance de su mano, pero no en las ninfas, sino en lo que ya poseía, lo ha perdido. ¿Por qué? Por saber mirar, pero no saber ver.

En ese momento abre los ojos y mira directamente a la joven que tiene enfrente, la joven que busca respuestas. La mira, y la pregunta:

- Y tú, ¿sabes ver?

3 comentarios:

vomiton dijo...

oiga, pues casi escribo algo paresido a lo suyo. pero muy mucho.

Anónimo dijo...

pues fue la primera idea que se me ocurrió tras ver el cuadro. y luego ya cosas que coincide que te pasan y que te terminan de perfilar la idea ^^

Anónimo dijo...

Oh Angie acabo de leerlo y me ha gustado aun más q la 1a vez. Felicidades!!!