"DETECTIVES" por FUCKSIA ANORAK

29 de enero de 2013

Detective-Las lombrices nos indican que murió hace más de un minuto

Policia-Eso lo sé hasta yo

Detective-Pero usted no puede hablar con ellas

Policia-Pero sí con los muertos

Detective-¿Entonces por qué me ha contratado?

Policia-Para desgrabar a la seguridad social

"Fantasía Erótica Freak en Noche de Reyes" de BLANCO FUTURISTA

11 de enero de 2013


Noche de reyes.
Los ojos estaban endiabladamente obcecados en poner aire entre sus párpados. Ni las altas horas de la madrugada podían lidiar con la inocencia interrumpida en aquella noche especial, palpitante de futuras y, casi inmediatas, sorpresas. Las sábanas ensayaban nudos marineros bajo los pliegues de su cuerpo, la manta no podía cubrir toda aquella impaciencia y los pies salían inquietos a batallar contra el frío de la noche; batalla perdida. Sus padres, no ajenos por completo a aquella mordida al insomnio, descansaban con la paciencia que solo la ilusión lavada y relavada puede dar, en aquellas noches marcadas con un signo bermejo en el dígito numérico. El sudor hizo su aparición, primero tímidamente entre sus pechos de jovenzuela y las palmas de la mano casi al unísono. En poco tiempo era su lecho el mar y su cuerpo la incómoda embarcación que va a cualquier lugar menos al descanso. La mano tanteó bajo la almohada y con la eficiencia que la la repetida costumbre asió el móvil que le iluminó el rostro al consultar la hora: 4.30 am, muy pronto para todo. Temerosa pero empujada por mil manos gamberras, puso un pié en el frío suelo, con sumo cuidado, como si en su aventura de la verticalidad fuese a romper un antiguo encantamiento, y se puso de pies. El silencio de la noche la miraba con más ganas de delatarla que de arropar su viaje furtivo. Sabía donde iba; lo había ensayado muchas veces, midiendo los movimientos, las acciones controladas, pero en ese instante el ensayo quedaba solo en el cuerpo aprendido, ahora tenía que vérselas con el estreno de la obra deseada. Se empapó los labio al sacar la lengua como un ritual antiguo de una tribu amazónica, que daba a su concentración aspecto de sobre esfuerzo. Los labios parecían engordar, y el latido tenía su réplica en las muñecas, en las sienes y en el sexo. Las manecillas de las puertas fueron propicias, y callaron en su chirriar de metal, como para darle abrigo en su camino hacia colmar el deseo prohibido. El ensayo de los días anteriores, al contrario de lo que se pueda adivinar, no la tranquilizaba en estos momentos, sino que pesaba como una obligación impuesta a repetir movimientos que, ahora, en el momento de la verdad, no le parecían tan útiles. Así, nerviosa, palpitante, excitada, llegó al cuarto de estar. Allí se amontonaban un millón de paquetes de todos los colores, con lazos y papel maché, brillando al cobijo de un árbol recargado y colorista que no engañaba a nadie en su vago intento de hacerse pasar por natural. La cara se le iluminaba y apagaba con los ritmos histéricos de sus luces rojas, azules y verdes, y su movimiento parecía, por tal efecto, más robótico que humano. "Estúpidos regalos" pensó, y paso entre ellos sin hacerles el menor caso. Un ruido al final de la casa hizo que doblase las piernas y estirase los brazos en horizontal, dándole un aspecto de amazona que realiza su danza sagrada. Así, en esta postura, incómoda, nerviosa, con la boca secándose de pronto y los ojos muy abiertos, esperó unos instantes, temiendo la vergüenza de ser sorprendida, como una criatura que quiere ver sus regalos de navidad por no tener paciencia para esperar a la mañana. "Todo menos eso" se dijo, y es que a sus 14 años, lo último para su ego juvenil era menguar en edad y respeto. Así, en cuclillas, con sus blancas piernas desnudas sobresaliendo bajo la camiseta blanca de mercadillo (fea incluyo para dormir), siguió su avance discreto hacia su destino. Ya andaba cerca. En un pliegue oculto en el antiguo sillón, aquel que nadie usaba, aquel que era solo pieza del recuerdo, metió su mano temblorosa y rebusco unos instantes, mientras controlaba la puerta. Encontró lo que buscaba: un objeto metálico y alargado hurtado, hacía unas horas y bajo previo estudio, del falso fondo del cajón de la cómoda de su descuidada madre...

"DETECTIVES" por "BLANCO FUTURISTA"

3 de enero de 2013


La certeza la llevaba por dentro, inscrita en la parte interior de una costilla cualquiera. A esa altura ya sabía que algo no marchaba bien y su olfato detectivesco le hizo obcecarse en la idea. Una imagen recurrente, como de carne podrida, y un puñado de días arruinados por la imposibilidad de ignorar los malos olores. Aún así se sintió forzado a actuar, con el respaldo del que no sabe nada se lanzó, con poco más que una certeza de vísceras incómodas, a intentar desarmar el misterio; pieza a pieza, lado a lado sentir a sentir. Y así fue como, con los contornos aún goteando de sangre, se vio con la costilla en la mano, girada hacia la luz para observarla mejor, y en mitad el último aliento de consciencia, suspiró mientras corroboraba, con el alivio del reafirmado en su intuición, que todo marchaba bien de tórax hacia dentro, que solamente la pura resistencia al absurdo reinante exterior fue la que le llevó a extirparse aquel miembro, que solo por mera fricción por el entorno estaba ahora muriendo con las pruebas en la mano. El desmayo era inminente, y la sonrisa no empaño su último gran caso resuelto.