"Zombies/no-muertos" de Verde Bósforo

6 de marzo de 2010

Liviana historia de amor.

Con paso acelerado y apretando la gabardina contra su pecho notaba cómo el frío cortaba su cara, una simple sonrisa abriría una herida, pensaba. Mientras cruzaba aquel puente pintado de nieve, ni una sola alma a su camino, su corazón rugía, le pedía algo, reír, llorar o tal vez sólo gritar. Emocionalmente estaba agotado, el frío le estaba despertando. ¿Estaba tan cansado que esto le había llevado a la locura? ¿Estaba loco? ¿Había sido real?
Seguía nevando violentamente, el viento desviaba sus pasos, un hombre alto y enérgico como él en mitad de esa nieve sucia de ciudad, ¿cuántas ratas debo haber pisado ya?, tambaleándose a causa de la ventisca su pelo no le dejaba ver el siguiente metro cuadrado, cualquiera que se hubiera cruzado con él habría cambiado de dirección. Su rostro lleno de violencia, rígido y blanquecino, no, la verdad es que nunca había inspirado mucha confianza.
Dentro de los bolsillos, refugiados en la intimidad de los guantes, sus dedos jugueteaban con la arena que no se había podido quitar. Había cavado no sabía durante cuánto tiempo, ahora notaba la arena en todas partes, no debió besarla, todavía masticaba tierra, por no hablar de otras zonas cuyo picor le entorpecía la marcha y prefería no dar cuenta de ello en estos momentos. Aquello estaba fuera de cualquier juicio, su locura le tenía secuestrado en un paradigma bien distinto.
Le era difícil describir mentalmente lo que había sentido mientras penetraba aquel cuerpo, en estos momentos ya sabía que aquel despojo nunca volvería a ser ella, no quería pensarlo pero era inevitable ser consciente que en el interior anidaban cientos de gusanos. Pensar en esto le provocaba nauseas, ciertamente extraño que le sugiriera asco mantener relaciones sexuales con un puñado de bichitos desconocidos y vivos y no la idea de haber violado un cadáver. ¿Había sido una violación? Eso sólo lo podría contestar ella, pese a todo él no contemplaba esta posibilidad.
Ahora sí estaba seguro de tener la cara totalmente cortada, el frío y sus lágrimas habían hecho el trabajo, por si le cabía alguna duda esta noche tardaría tiempo en olvidarla.
Ahora la veía a ella, bailando y bebiendo, no se le daba bien ninguna de las dos cosas, tal vez fue esto lo que llamó su atención en la primera ocasión o tal vez sólo debía ser así. Pero ya no importa piensa ahora, ya no recuerda quien es él ni siquiera donde vive ni que hace, sólo recuerda el nombre del áspero cadáver y ese olor a tierra húmeda.
Podría tener un gran final, haberse tirado por el puente y así no sólo morir de hipotermia sino además quitarse esos restos de tierra y aquel gusano que había notado hacía tres calles cómo se movía por su pierna intentando escapar, esperaba que fuera un gusano. O podría quedarse simplemente en la calle esperando que el frío y cortante aire acabara de erosionar su alma, convirtiéndose en la nueva estatua de aquella ciudad de calles anchas sustituyendo a la difícil y turbante sirenita. Sin embargo no decidió absolutamente nada, sólo era uno más, una persona más, para qué decidir si nadie lo hace.
Respiró profundamente para volver a avisar a su corazón que frenara esa marcha tan violenta, que volviera a helarse, por favor un ritmo más pausado. Estaba en casa, ahora más relajado, bebió una copa de lo primero que encontró, él no era de grandes marcas, eso sólo es para las grandes historias. Encendió un cigarrillo, su corazón ya había empezado a obedecer, como siempre. Sonaba David Bowie antes de quedarse dormido.
Al despertar, a parte del olor sólo quedaba el recuerdo, después de una ducha rápida directo al trabajo, sentado en frente de la pantalla era sólo un jueves más, no obstante, la tensa cuerda que amarraba su corazón le recordaba que éste no paraba de resonar y cómo un esclavo debía callar y obedecer, por favor un ritmo más pausado. Pues tampoco era tan diferente del resto, concluyó.

2 comentarios:

Gris Ceniza dijo...

Verde me ha encantado el escenario helado, casi fantástico, y la dureza del relato.
Choca q tenga un trabajo, una rutina, xq casi lo situaba en un lugar postapocalíptico, xo me gusta ese giro.

Me voy a meter donde no me llaman, xo si lo relees, hay algunas comas y puntos q, resituándolos, acabarían de ajustar el ritmo.
Q pedante suena, pero hay confi ¿no?

Saludos!!

vomiton dijo...

thumbs up! benne, benne