"Pacto con el Diablo" de Magenta Obstinado

29 de agosto de 2011

"Por un puñado de almas"

Recuperar la consciencia en un lugar al que no recuerdas haber llegado o estado jamás, sentado en una incómoda silla de plástico, ante una oficinista con muy poca paciencia, es una sensación molesta. Mientras evito razonables preguntas como dónde, por qué, qué demonios… dirijo toda la concentración de mi mente a la mujer que me habla sin parar.

… y la cláusula sobre la imposibilidad de rescisión de contrato viene recogida en el apartado número 1.786, que también deberá firmar, así que por favor, empecemos de una vez, que no tengo todo el día – se recoloca las gafas de color azul océano con la parte de atrás del bolígrafo que tiene en la mano y me mira expectante - ¿Ha entendido algo de lo que le he dicho?
Nada en absoluto. No tengo ni idea de dónde estoy o qué hago aquí exactamente, ni de qué contrato me está hablando.

Siento su exasperación. Bueno, tampoco es que trate de ocultarla. Pero por mucho que intente recordar, no sé cómo he llegado a este lugar. Parece una oficina normal, no podría adivinar a qué se dedican, pero hay un increíble número de personas, tanto sentados ante todas las mesas que alcanzo a ver, como esperando de pie junto a la pared de lo que parece ser la entrada.

No pienso repetirlo todo – dice después de murmurar un rato mientras busca algún papel entre los cientos que tiene repartidos sobre la mesa – así que simplemente, rellene los formularios, fijándose bien en la columna que debe seguir: alma, amor, odio o dones. Dígame, cual ha sido el motivo de su petición y le diré cual debe escoger, así ahorraremos tiempo en la elección del tema.

Al echar una ojeada a las preguntas del formulario que ha puesto ante mí, empiezo a ser consciente de donde me metí cuando contraté al nigromante que conocí por casualidad en la tienda esotérica.

Vaya, qué organizado lo tienen todo por aquí, nunca imaginé que tendrían hasta una oficina…
¿Una oficina? Cariño, tan sólo estás en una de las plantas del edificio central de tratamiento de peticiones, aquí no hacemos más que organizarlas por temas para luego enviarlas a estudio para determinar el precio y posteriormente a la firma final. En el último siglo el trabajo aumentó tanto que tuvieron que reorganizarlo todo, separando por bloques cada petición, y aunque parezcan pocos cuatro temas básicos, en la práctica, engloban todos los anhelos humanos sea cual sea la situación. Las más comunes, amor y odio desde luego, este último suele salir algo más caro… o los dones, dones “divinos” se decía antiguamente, pero el Divino decidió no otorgar más porque creía que los tocados por su mano se volvían unos ególatras insoportables, así que aquí tomamos el relevo. Y en el último bloque, alma, cabe casi cualquier petición, desde deseos de riqueza o éxito en los negocios hasta juventud y belleza.
Impresionante.
Bueno, no tanto, no pensarías que serías el único dispuesto a vender su alma por conseguir lo que desea.
Supongo que no. Tampoco me había parado a pensarlo.
Da igual, ahora que sabes cómo funciona, por favor, elige un tema y continuemos, como ya dije no tengo todo el día.
Amor, mi motivo es amor. Hay una mujer que…
No, no, no y no – interrumpe la oficinista – ni puedo ni quiero saber más. Imagínate que cada persona que se ha sentado donde tú estás ahora mismo desde que me pusieron aquí, me hubiera contado la triste historia de su existencia, así jamás acabaría de pagar mi deuda. ¿Ves este número que parpadea detrás de mí? – señala, sin darse la vuelta, un panel quilométrico con números rojos sobre su cabeza – son los clientes que me quedan por atender para pagar el precio de mi petición. Cuanto más tiempo pasamos aquí charlando, menos baja la lista de alegres clientes satisfechos – las últimas palabras salen de su boca acompañadas de una sarcástica sonrisa de anuncio.

Pero todavía tengo preguntas antes de continuar con una decisión tan importante.

¿Así que este es el precio que hay que pagar? ¿Trabajar aquí eternamente?
No, eternamente no. ¡Mira mi número! ni te imaginas lo mucho que ha bajado en los últimos cuarenta años. Sólo sería eternamente si los clientes fueran tan lentos como tú, pero afortunadamente no lo son. Además, depende de las consecuencias, siempre depende de las consecuencias. Te diría que las leyeras todas antes de sentarte a firmar el contrato el día de la firma final, pero sé que no lo harás, nadie lo hace, ni yo misma lo hice. Además, en el contrato vienen recogidas todas las posibles consecuencias de tus actos, lo que no quiere decir que tengan que ocurrir necesariamente. Tu deuda se incrementa exponencialmente por la fatalidad o el mal ajeno, en mi caso hubo fatalidad y mal ajeno, por eso tengo que pasar más tiempo que otros.
¿Qué ocurrió?
Dios santo – suspira – ¡¡PERDÓN!! – grita de repente dando un golpe con el puño en la mesa - ¡Maldita sea! – el número rojo sobre su cabeza aumenta en cien.
¿Qué pasa?
Aquí no se puede decir el nombre del divino, y menos aún acompañado de santo. Mierda, me has despistado! encima de que estamos tardando tanto…
Lo siento…
Bueno, da igual, qué son cien más, cien menos… - vuelve a suspirar – ya de perdidos al río, como se suele decir, ¿no? será mejor que te cuente mi historia antes de que continúes con tu retahíla de preguntas. Yo tenía veinticinco años y estaba todavía soltera, toda una vieja bruja… eran otros tiempos. Había tenido opciones, sí, pero nadie le hacía sombra a Barry, el marido de mi hermana mayor. Estaba completamente obsesionada con él, pensaba en él, soñaba con él y cada vez que nos visitaban, me sumía en una profunda depresión cuando se marchaban. No podía hacer nada por quitármelo de la cabeza y tampoco quería robárselo a mi hermana, pero cuando llegó el momento de decidir, elegí mi propia felicidad por encima de la de todos los demás. En el pacto que firmé, acordamos que él se volvería completamente loco por mi, abandonó a Rosalyn en el acto y nos fugamos a Inglaterra, donde buscamos un trabajo cualquiera y nos establecimos en un mini-piso sin calefacción. No deja de ser irónico que mi empleo fuera de secretaria y que hayan mantenido mi mesa aquí exactamente igual que la que tenía en vida. Pero ese no es el tema. Pasado un tiempo, cuando realmente conocí a Barry, me di cuenta de que no tenía nada que ver con la imagen que me había formado de él, no teníamos nada en común y me aburría mortalmente todo lo hacía y decía. Visto ahora con perspectiva, era perfecto para mi hermana que solo quería un hombre fiel y responsable con el que tener hijos y una casa blanca con un pequeño jardín. En cuanto fui consciente de mi error, lo abandoné. Alquilé una habitación compartida con unos cuantos estudiantes y me desentendí de él, pero el pobre nunca dejó de sentir lo que yo le había provocado. Fue incapaz de asumir nuestra ruptura y una tarde de abril, poco más de un mes después de mi marcha, decidió darse un baño en nuestra minúscula bañera… acompañado de la tostadora. Saltaron los plomos de todo el edificio. Cuando lo encontraron, tenía en la mano una foto mía estropeada por las horas en el agua, y supongo que también por las convulsiones. Por tanto hubo mal ajeno, mi hermana quedó destrozada, y fatalidad, una muerte. ¿Quién hubiera dicho que acabaría así? No lo se, supongo que nadie. Pero cabe la posibilidad de que las cosas no salgan como imaginamos. Hay que tenerlo presente.
Pero yo conozco perfectamente a María, estoy completamente seguro de esto.
Lo se, lo se, todos lo estáis. Así que ahora que ha quedado todo claro, cubre el formulario tipo A.

No es fácil rellenar datos para un contrato irreversible con el diablo. Ni dictaminar los términos del enamoramiento de María ni qué tipo de precio estoy dispuesto a pagar. Pero lo voy cubriendo bajo la atenta mirada de…

¿Puedo preguntarte cómo te llamas?
Mary, como tu futura mujer, solo que yo nací en Colorado.
¿Y cómo es posible que nos entendamos sin dificultad?
Aquí el idioma no importa.
Encantado Mary.
Ya, ya, igualmente.
¿Nos volveremos a ver alguna vez?
Quién sabe. Puede que en esta misma oficina.