"Sant Jordi" por Gris Ceniza

2 de mayo de 2009

23 Abril del 2009

Se pasó la mano por el pelo blanco, y luego se acarició la barba canosa. Podía tener cualquier edad entre los veinte y los cincuenta, pero no estaba seguro, sólo recordaba su último año de vida. Se sentó en el borde de la cama con la cabeza entre las manos. Ahora que se acercaba aquello (fuera lo q fuera), sentía como algunos de sus recuerdos volvían, en forma de imágenes, a su cerebro como un golpe flash, e intentaba retenerlos para reconstruir su pasado a partir de una fotografía mental.

Se acercaba la hora, y su cuerpo se lo reafirmaba con aquella herida en el costado que había brotado de la nada. Se miró en el espejo largo tiempo estudiando sus ojos sin edad. El día anterior la herida no existía, al despertar era una simple marca rojiza, y ahora ya era una fina gota de sangre reseca. Sabía que en pocas horas se convertiría en un gran agujero desde donde se podría mirar ver a través de él, era algo que simplemente aceptaba.

Así estaba, con los ojos cerrados con tanta fuerza, y todos sus sentidos centrados en intentar recordar, que al principio no se dio cuenta que alguien lo observaba a pocos pasos de él.

-¿Shanuun?- su voz sonó asombrada.

-Esa yo soy, hombre sin nombre- su voz aguda chirriaba desagradablemente. La miró con desconfianza. Era un ser extraño, de un metro de alto, aspecto humanoide, piel verde arrrugada y llena de berrugas, y desprendía un desagradable olor.

-¿De dónde habéis salido?- preguntó con el ceño fruncido

-De bajo la piltra- empezó a reir a grandes carcajadas, doblándose hacia adelante y hacia atrás mientras se agarraba la gran tripa. Él le miró los pies descalzos llenos de ampollas y mugre, coronados con unas uñas larguísimas y retorcidas. Se agachó para retirar la manta de la cama y miró debajó. Una compuerta en el suelo se cerró de golpé. Al momento volvió a abrirse, y se asomaron las cabezas de dos seres similares a Shanuun.

-Muy bien, os creo. ¿Que quiere vuestra merced de mi?

-Entoavia ma sorprende tu antigua forma d´ablá, sielito. Sabes que él ya viene a por ti, ¿verdá?- el albino abrió mucho los ojos-. Veo que no tacuerdas demasiao- metió una mano en los escasos andrajos que vestía, y sacó una especie de uña de piedra del tanaño de su brazo. Escupió dentro de la curbatura y se lo mostró al hombre-. Mira dentro, avé que ves. El escupitajo empezó a brillar con luz propia, creando una especie de esfera que terminó envolviendo el amuleto de piedra, y en ese resplandor blanquecino apareció la imagen de una joven de negros rizos. Reconoció el edificio, era el mismo en el que él vivía. El ascensor se frenó en la sexta planta, y ella entró en la puerta número cinco. Una vez dentro se fue desnudando, dejando caer la ropa a su paso, hasta llegar al baño. Unas escamas tatuadas recorrían todo su cuerpo, como la piel de un reptil, o de...un dragón, pensó. Entonces la joven se miró al espejo y su rostro se fue transformando, poco a poco, en el de una bestia de ojos inmortales, colmillos, y cuernos plateados.

-Empezas acordarte d´algo, ¿verdá?- los ojos de él estaban abiertos de par en par-. Anda cariño, asle caso a la Shanita y verás como tó puede salí bien. Recuerdas, y esos bueno mia amó. Tienes que confiá en mi. La miraba pero no podía pensar. Millones de imágenes desfilaban en su mente, miles de años, de experiencias vividas, le asaltaban a la vez. Y recordaba, entendía, y el miedo reciente se fundió bajo la capa de la falta de esperanza.

-Cúchame, esta vez puede se distinta, no tiene porqué pasá lo de siempre- fue susurrándole cada vez en un tono más suave, hasta contarle entero el plan, mezclado con palabras de alabanza. Los ojos del desdichado volvieron a abrirse desmesuradamente, presa de la locura en que lo había empujado otra vez la esperanza.

Todo lo que la bruja le había mostrado mediante la magia estaba sucediendo ahora realmente. La chica salió del ascensor y entró en la puerta número cinco. El albino esperó unos segundos y salió de su escondite, tras los pasos de la joven. La puerta estaba cerrada por dentro. Miró desesperado a su alrededor buscando ayuda, y cuando volvió a mirar a la puerta estaba abierta, y la duende correteaba hacia el interior del piso. Entró con todo el sigilo del que fué capaz y cerró la puerta. Encontró en una sala a la bruja sosteniendo una prenda de las que la joven había dejado caer, y la olisqueaba bruscamente. Se metió las bragas en la boca y empezó a masticarlas. Cuando se dió cuenta de que el hombre la observaba atónito, se paralizó y señaló con un dedo en dirección al baño. Entonces todo se desató de golpe. La puerta del piso saltó en mil astillas, y el hombre al que estaba temiendo entró gritando y derribando cuanto encontraba en su camino. La bruja se puso en la entrada de la sala cortándole el paso al caballero de la armadura, pero éste no podía verla. Se escupió en un dedo y lo pasó por el marco de la puerta y el suelo, sellando la entrada. Jordi golpeó con todo su peso la invisible barrera mágica, sus puños martilleaban el aire sin descanso, pero no pudo adentrarse ni un centímetro.El sin nombre, decidido por la brusca entrada en el piso del caballero asesino, entró en el baño. La chica de rizos se miraba en el espejo, pero cuando la puerta se abrió detrás suyo, se giró, y el reflejo que antes era su rostro, se transformó en la mueca furiosa de un dragón blanco.

-Vamo sin nombre, ven pa´qui. Si él ve que no lases daño te dejará en pas- la aguda voz le exigía que se diera prisa. El albino cogió a la mujer por los hombros y, a pesar de su resistencia, la llevó hasta la sala. Allí estaba el otro hombre, con una armadura asomando bajo sus ropas. Ya no golpeaba el muro invisible, estaba sacando una vara metálica de dos palmos de largo de debajo del abrigo.Jordi empezó a hablar, y cuando la bruja se pellizcó los labios, sus palabras significaban cosas distintas de las que él decía. Sin nombre intentaba explicar algo, pero el caballero también entendía un mensaje distinto del que intentaba transmitir. Los ojos llenos de terror del albino aparecían para el otro como sedientos de sangre y malignos. A su vez, Jordi quería calmar al otro, pero solo se le escuchaban blasfémias y juramentos violentos. La chica no sufría los efectos del conjuro de la bruja, y entendía a los dos hombres de forma normal, preguntándose que demonios estaba pasando allí. -Vamo, as algo. Mátala, o él te matará a ti. Sin nombre hizo lo contrario, la soltó, intentaba separarse de ella y dejar bien claras sus intenciones. Pero lo único que Jordi veía era que el demonio albino quería morderla y saciarse con su sangre. Desesperado le dijo a la joven:

-Por el amor de Dios, acepta el baptismo cristiano, solo así podré salvarte- La joven, totalmente confusa y aterrorizada, no dejaba de mirar al pequeño ser de color verde de mirada cruel. En la puerta, sin entrar, estaba el chico con el que llevaba saliendo casi un año y le pedía que...

-Acepto. ¡Acepto el bautizo en nombre de Dios!

Jordi sintió como la fuerza invisible desaparecía, y se lanzó contra el demonio que sujetaba a la joven. Le atravesó el costado con la corta lanza, pero la herida no sangró, cicatrizó al instante dejando un gran agujero desde el que se veía a través del albino. Cuando cayó al suelo ya estaba muerto. Al instante se evaporaron sus ropas y su carne, solo quedaron los restos de un esqueleto de largas garras y cuernos en el cráneo.La chica descansaba inconsciente. El caballero se aseguró de que estubiera a salvo, y luego, amuleto en forma de cruz en mano, le sussurró al oído que iva a olvidar todo aquello. Luego le hizo la señal de la cruz en la frente y salió del piso. En una esquina la bruja se reía a carcajada limpia, mostrando los tres dientes que le quedaban y sujetándose la tripa con ambas manos. Cuando pudo contener algo la risa bajó en el ascensor y volvió a la compuerta de debajo de la cama.


23 de Abril del 2010

Se pasó la mano por el pelo blanco, y luego se acarició la barba canosa. Podía tener cualquier edad entre los veinte y los cincuenta, pero no estaba seguro, sólo recordaba su último año de vida. Se sentó en el borde de la cama con la cabeza entre las manos. Ahora que se acercaba aquello (fuera lo q fuera), sentía como algunos de sus recuerdos volvían, en forma de imágenes, a su cerebro como un golpe flash, e intentaba retenerlos para reconstruir su pasado a partir de una fotografía mental.