"Superhéroe" de Negro Sable

5 de agosto de 2008

Superhéroe

Joe vivía en el Bronx, en un destartalado apartamento de cincuenta metros no muy lejos de la 895. Joe era un chavalín de ocho o nueve años, negro y flacucho y a diferencia de sus amiguitos, que aspiraban a ser raperos o proxenetas, él quería ser superhéroe.

El cuchitril que utilizaba como habitación era tremendamente humilde, no había nada destacable ni ningún lujo, salvo la colección de comics de Joe.

A Joe le entusiasmaban los cómics, eran su inspiración y su fuente de esperanza. Porque como el párroco del distrito le decía: “chaval, con ese culito llegarás lejos. Solo necesitas alguien que te enseñe”. La parte del “culito” no la entendía pero el resto de la frase le caló hondo: necesitaba leer e informarse tanto como pudiese sobre el superheroicismo para algún día poder llegar a ser como aquellos fornidos hombretones que salvaban el mundo día sí día también.

El problema es que todos aquellos superhéroes habían nacido o adquirido superpoderes con los cuales combatir el mal. En cambio él no era más que el tirillas del barrio. ¿De dónde sacaría un rayo de energía interestelar, una araña mutante o una explosión gamma que le dotasen del poder supremo?

Un buen día, apareció por casa Tupac, el hermano mayor de Joe. Tupac pasaba largas temporadas fuera de casa. La madre de Joe le decía que su hermano tenía asuntos que resolver y que por eso se ausentaba tan a menudo. En aquella ocasión Tupac llegó muy tarde por la noche, cuando él ya estaba en la cama. Pero como era habitual en él, esperaba a que su madre dejase de vigilar para esconderse bajo las sábanas a leer cómics. Por aquel motivo, escuchó la conversación que su madre y Tupac tuvieron.

Joe no fue capaz de enterarse de todo lo que hablaron, pero una cosa sí estaba seguro de haber entendido, y es que la madre de Tupac le suplicaba que dejase la heroína. ¡¿Sería eso posible?! ¿Estaría su hermano mayor liado con una poderosa mujer? ¿Tal vez sus ausencias fuesen realmente temporadas que pasaba luchando contra el mal contra aquella virtuosa mujer de la cual no podía separarse?

Joe pensó toda la noche en Supergirl, Wonder Woman, Hulka u Oprah. ¿Qué tipo de superheroína sería su cuñada?

A la mañana siguiente, la madre de Joe se fue a trabajar y como era costumbre, Tupac había vuelto a desaparecer sin dejar rastro. “Seguro que le habrá llamado la policía para resolver algún problema”. Legañoso, vestido con su pijama de Spiderman y con gran excitación, Joe salió de su cuarto y se adentró en la cochambrosa habitación de Tupac. “¡Esto es oscuro y lúgubre como la caverna de Batman!”, pensó emocionado. Comenzó a rebuscar entre los bártulos de su hermano hasta que finalmente dio con una oxidada caja de metal precintada. Al levantar con sus manos la caja sintió que había encontrado algo importante, como si el poder que ocultaba aquella caja le recorriese los brazos. Con una sensación mezcla de miedo y exaltación, Joe abrió la caja y observó en su interior. Allí estaba. ¡Había descubierto el secreto de su hermano!

Dentro de la caja, un sobrecito con el nombre “heroína” y diversas agujas. ¡Ahí estaba el secreto! Joe inmediatamente pensó en Steven Rogers, aka el Capitán América y aquel suero del supersoldado que una vez inoculado en su cuerpo, le dotaba de poderes sobrehumanos. Ese era el secreto de Tupac. Pero aunque Joe sabía que estaba mal, deseaba fervientemente utilizar aquella milagrosa sustancia para aunque tan solo fuese una vez, sentir de cerca el poder de los grandes héroes y ver así cumplido su sueño. Joe el héroe, Joe el salvador. Joe el poderoso.

Desde pequeño Joe había padecido del corazón y para él el uso de jeringuillas era habitual. Su madre le había enseñado a utilizarla en caso de emergencia, en esos fatídicos episodios cardiacos en los cuales tan solo la atropina podía salvarle. Por lo tanto, recargar las agujas con el suero fue sencillo, así como acertar en uno de sus frágiles vasos sanguíneos y vaciar el contenido de la jeringuilla hacia el interior de su cuerpo.

La primera sensación que tuvo Joe fue de alivio. Seguidamente, un escalofrío recorrió su cuerpo, comenzó a sudar y a sentir algo especial en sus extremidades. ¡Ahí estaba! El poder acudía a él. ¿Qué clase de superpoderes tendría? ¿Podría volar? ¿Fuerza sobrehumana? ¿Rayos láser? ¿Se convertiría en un coloso invulnerable?

Mientras los pensamientos de Joe aumentaban su velocidad, Joe perdió la noción del espacio tiempo. Sentía algo similar a lo que seguramente sentiría Galactus o El Merodeador Nocturno. Y finalmente, como si recibiese un golpe en la nuca, despertó de su fantasía. Ahí estaba él, rodeado de blanco. Una luz al fondo y en su espalda dos grandes alas emplumadas. Al fin lo había conseguido. No era su favorito, pero ya era algo. El pequeño Joe había logrado ser como Warren Kenneth, el poderoso Ángel.

4 comentarios:

naranja venenoso dijo...

Ufff!!! Precioso relato, emotivo, duro, sobreacojedor, impactante, profundo y llega muy hondo.Esa es si me permites mi himulde opinión. Bueno, a mi me ha llegado muy adentro. Solo quería felicitarte. Enhorabuena. Me ha gustado muchísimo y le has dado un enfoque que supongo que nadie podía esperarse en un principio cuando se lanzó el desafío.

Anónimo dijo...

¡Gracias! ¡Me ruborizo! Supongo que la gracia está en retorcer la propuesta para el desafía hasta convertirlo en algo "tuyo" y que te motive a escribir.

Anónimo dijo...

Maestro Sable, sus intervenciones aqui siempre son dignas d mención.
Eres lo más "pensante" q tenemos aqui dentro. Retuerces los temas a tu antojo, y les das un toque socio moral muy tuyo.
Buenísima la idea del texto!!!!

vomiton dijo...

weee, se nota que lees comics.
Muy benne y original, congratulations!!