"Detectives" de VERDE ANTÁRTICO

27 de diciembre de 2012

Pareja de Jotas

El aire acondicionado del casino está demasiado alto, como siempre. El croupier reparte cartas para comenzar una nueva mano y a continuación hace un gesto, indicando a Joan que es el primero en hablar:
-Subo la apuesta, veinte euros.
Jaime le mira atentamente, y a continuación alcanza sus fichas:
-Yo resubo, cincuenta y seis.
-¿Otra vez? Menudo imbécil,¿No tuviste bastante con robarme a mi novia, también quieres mi dinero?
-Yo no te robé nada, se marchó porque después de lo de tu padre se te fue la cabeza.
-¿Es que esperabáis que siguiese con la misma sonrisita idiota de siempre? En vuestra puta cabeza no entraba la posibilidad de que yo tuviera problemas, siempre tenía que ser el chico feliz.
Tras esto, observa atentamente al detective mientras una media sonrisa se dibuja en su rostro:
-Debes tener buenas cartas, no sueles tener cojones a jugar contra mi, sabes que siempre sé lo que piensas hacer, que sé engañarte. Pago.
-Joan, eras mi mejor amigo, y yo el tuyo. Lorena estaba loca por ti.
-¡Y locamente fue como se te folló, ¿verdad hijo de puta?!
Ante la subida de tono, el croupier, solo con la palma de la mano abierta, deja claro que deberían estar más por las cartas, y menos por la discusión.
-Ella estaba dolida por lo que le dijiste, y yo enfadado por cómo me trataste, solo nos teníamos el uno al otro, fue un error. Recuerda que no todos somos millonarios y tenemos una vida tan fácil.
-Señores, por favor, no se distraigan. Las tres primeras cartas, reina de tréboles, nueve de tréboles, cinco de diamantes.
-Sí, discúlpeme. Claro chaval, perdona por tener una herencia, la donaré a Caritas, para que la gaste en los vicios de sus curas pedófilos, no te jode. Que tu padre se suicide claramente es un pequeño precio a pagar por ser rico… serás gilipollas. Paso, carta gratis. ¿Por cierto, que ha sido de la ramera? ¿Volvió al infierno del que salió?
-Ni idea, ya sabes que nos dejó de tratar a los dos después de lo sucedido, y también sabes que ninguno de los dos lo supimos llevar bien… Pero parece que la vida te trata mejor a ti. Mírame, ni siquiera debería permitirme seguir viniendo al casino a jugar, he venido porque te necesito. Sé que en el fondo no has cambiado. Podrías ayudarme.
Joan suelta una carcajada y se encorva sobre la mesa, mirando desafiante a Olmos:
-¿Es por ese caso del asesino que sale en la tele? ¿El que te deja una jota de tréboles a cada muerte? Debe traerte de culo si vienes a pedirme ayuda. ¿Crees que yo sé algo? Y aunque así fuera, ¿Qué te hace pensar que voy a ayudarte? Madre mía, no tienes ni puta idea.-
De lo que sí tengo idea es que no llevas nada. Apuesto ochenta.
-¿Y qué es lo que te preocupa tanto de ese caso? ¿Te joderá la carrera de superdetective en Hollywood? ¿Ya no tendrás un currículo impecable? Pago.
Uno de los jugadores que permanecen fuera de la mano mira al croupier e impaciente, señala el reloj, dejando claro que quiere que tome cartas en el asunto, nunca mejor dicho.
-Por favor señores, estamos jugando al póquer, no en la peluquería, vayamos a por la cuarta carta, ocho de tréboles.
-Lo que ocurre es que este tío es listo. Parece que me conozca, todo lo que hago o pienso, me lo desmonta en su siguiente paso. Se burla de mi, estoy seguro.
-El mundo entero se burla de ti, payaso. Doscientos euros.
-No tienes nada, ¿Por qué subes? Siempre me estás desafiando, poniendo a prueba, aprende a perdonar, no vivirás tan amargado.
-Lo único que me amarga la vida a mi eres tú.
Joan mira sus cartas y muestra un abanico de dientes, blancos, perfectos, acompañados de dos ojos que parecen arder.
-¿Y esa sonrisa? Siempre creyendo que eres el más listo del lugar. Cuándo pones esa cara es porque me ocultas algo. Resubo, quinientos.
-Pago.
-Última carta. Tres de corazones.
-Asúmelo, siempre serás un títere. Siempre se reirán de ti, por acatar las normas, por ser el chico bueno de la clase y hacer cumplir la ley sin hacer preguntas. Eres un idiota, no tienes remedio, por eso me divierte hundirte. Paso.
-No sé a qué viene tanto odio, ni por qué has cambiado tanto. Pero deberías hacértelo mirar por un psicólogo, no creo que sea sano. All-in, voy con todo.
-Lo veo.
-Señores, muestren cartas, por favor.
Por un momento el tiempo se congela. Ambos jugadores se resisten a mostrar sus manos y el detective Olmos es el primero en hacerlo:
-Yo tengo As y rey de tréboles. Color máximo. Supongo que ya no eres tan listo.
La incontenible risa de Joan explota sobre el ruido de las conversaciones del resto de mesas, hasta que se convierte en una tos incontrolable. Cuando al fin puede parar mira sus cartas y dice:
-Elemental, querido Olmos. Ya decía yo que tus cartas eran buenas. Es verdad, quizás no sea tan listo, pero como siempre, sé jugar mis cartas aunque sean peores. Diez y jota de tréboles, escalera de color. Supongo que la jota de tréboles siempre acaba dándote por culo. ¿No es así, detective?

El detective Jaime Olmos mira atónito a Joan. Por un momento parece que vaya a saltar sobre la mesa. De repente su mirada es aún más intensa que la de su antiguo amigo. Parece que en cualquier momento vaya a gritar con toda su furia. Sin embargo, mientras el croupier retira sus fichas para dárselas al embaucador que se rie de pie, únicamente logra articular dos palabras:
-Lorena… cabrón.

"DETECTIVES" de MALVA MITÓMANO

14 de diciembre de 2012


Todo indicaba que debía encontrar al sospechoso de un asesinato. Lo supo en el instante que se paro delante del departamento número siete del edificio La Momé en el barrio de Montmartre, en París. Un barrio famoso por sus artistas callejeros, sus damas coloreadas de vulgares tonos pasteles y la abundancia de sus crímenes pasionales. Y este declaraba abiertamente ser uno más de ellos. Era momento de trabajar.

En cuanto Anton Paget entró al viejo departamento, dos policías y la vecina presentes voltearon al primer crujido de la madera bajo su pie. El detective Paget era un hombre alto y delgado, y la gabardina café que llevaba puesta, no disimulaba su estatura. De ojos agudos y ojerosos, cabellos negro azabache perfectamente peinados hacia atrás y una fuerte nariz curveada, era aún muy joven para la fama de genio de la deducción que ya había hecho. Sin un solo caso falto de resolución, era bien conocido por esto y por abusar del terrible vicio de morderse la uña de su pulgar cuando comenzaba a analizar un crimen.

Anton escuchó las declaraciones de la vieja comadrona del departamento nueve, una mujer descuida, floja de carnes y mal pintada, que seguramente usaba ligeras faldas y tacones en su juventud. Habló de cómo su vecino era un pintor fracasado, sin alguna clase de talento que ella pudiese apreciar, y con demasiados amigos que pasaban días enteros encerrados con él. - Una lástima en verdad, era un jovencito muy bien parecido – dijo la autodenominada Madame Colette.

Dijo no escuchar nada durante la noche más que el disco de Maurice Chevalier que ponía al menos una vez cada noche, antes de dormir. Le extrañó que el disco siguiese sonando a la mañana siguiente sin descanso y cuando ya habían sido demasiadas horas sin que nadie le abriera la puerta, Madame Colette llamó a la policía. Después de su declaración y de que le preguntara a Anton si era casado, el detective sonrió y se excusó diciendo que debía continuar con la investigación. Mujer simplona, su rostro no reflejaba mas que rancia pasión, no era necesario preguntarle nada más.

Los policías asignados al caso no eran mas que unos novatos. Siguieron al detective como polluelos asustados hacia una habitación cerrada, donde una delgada línea de sangre fresca empezaba a escurrirse por debajo de la puerta y delataba lo que escondía. Anton abrió la puerta de tajo. Madame Colette se llevó la mano a la boca y calló de rodillas mientras ahogaba un grito en torpes y agudos balbuceos. Los policías palidecieron y el pulgar del detective encontró sus dientes; era ya una mera costumbre.

Paris sera tojours Paris” sonaba en la voz de Chevalier a través de un viejo tocadiscos. El artista acostado con las piernas hacia la cabecera de su cama. Su rubia cabeza colgaba de esta, exhibiendo un cuello cortado de extremo a extremo por una navaja de afeitar, la cual yacía cerca de la mano su acompañante; una bella mujer aunque ya palidecida por la muerte, que amorosamente tenía su rojiza cabellera sobre su pecho, ambos desnudos en un romántico momento interrumpido por el carmesí de su sangre. Anton dejó que su suela rompiera con el perfecto charco rojo que decoraba ahora la madera de la recámara. Un ramo de florecillas era el único adorno que permanecía intacto sobe una mesa olvidada en un rincón de la habotación

- El rostro del varón tiene los ojos cerrados, pero su quijada denota su sorpresa y su miedo - empezó a explicar a sus temerosos acompañantes mientras señalaba el rostro del infeliz artista. - Sin duda este hombre fue asesinado mientras dormía. En cuanto a ella.- el detective interrumpió sus palabras mientras contemplaba el fino rostro de la mujer.No parecía haber sufrido en lo más mínimo. Aguzó los ojos y sólo la observó por un momento antes de señalar un vaso en la orilla de la cama, parte de su borde con la misma forma y del mismo color que el colorete de los femeninos labios. - Caballeros, parece que tenemos una asesina y una víctima en esta señorita - Levantó el vaso sin temor y lo olfateó para confirmar lo que ya sabía. - Cicuta. En una hora, su sueño se convirtió en su muerte. Adivino que nuestra joven dama descubrió algo que no le gustó del caballero. Esperó a que durmiera y con su navaja de afeitar lo degolló. Vean la línea de corte- dijo señalando el cuello del pintor. - No fue la mano de un experto, fue un corte dudoso pero efectivo.- Anton se alejó de la cama y miró a través de la ventana. El sol de mediodía empezaba a ser violento. Más valía terminar pronto. - Él muere desangrado, ella sabía que lo lamentaría y se preparó su propia muerte con una infusión de cicuta. Al sentir sus piernas débiles, ella se acuesta y abraza por última vez a su amado. No comprendo a los parisinos y su romance.-

Después de esperar y repetir sus descripción ante un recién llegado médico forense, de recibir un par elogios por su veloz y acertada deducción y de besar la mano de la ahora muda Madame Colette, Anton Paget dejó el edificio La Momé, canturreando “Paris sera tojours Paris”.
Una vez en la calle, pasó delante de una florería y pidió un ramo de narcisos. - Usted debe ser un hombre enamorado monsieur Paget. Mi esposa me dijo de las flores que compró anoche- Anton sonrió - Se equivoca caballero. son para varios amigos míos. Y su esposa olvidó decirle que olvidé pagarle. ¿Cuánto por estas? - dijo mientras tocaba gentilmente una ramillete florecillas blancas -Cicuta monsieur. Crecen salvajes cerca del camino a Rouen. Esas se las regalo. -


"ANIMAL" de PÚRPURA TENUE

20 de noviembre de 2012

Esta noche beberé tu aliento a sorbos, a escondidas del resto del mundo y en presencia de una luna rebosante y envidiosa.

Esnifaré el polvo de tu piel. Célula a célula, hasta que mis labios se hinchen y los tuyos pierdan el sentido. Y mientras el dulce cosquilleo nos llega hasta los pies, a mitad de camino te prometo que sentirás miles de pequeños espasmos eléctricos.
Por entonces, te aviso, tu cuello ya habrá perdido la batalla. Le susurraré palabras obscenas que tus oídos no oirán pero que tu cuerpo sabrá interpretar, igual que un músico su partitura. Y para que tus manos no sientan, todavía, la tentación de tocarme, apretaré tus muñecas con fuerza hasta dejarte casi sin pulso. Para paliar un poco la sensación de presión, de dolor, mordisquearé poco a poco tu garganta y recorreré tu vientre con mi lengua mientras la luna se recoge avergonzada.
Entonces, tengo por seguro que querrás devolverme cada mordisco, templar mi sangre con la tuya y tomar el control. No te dejaré. Defenderé mi territorio, como hace una loba por sus cachorros recién paridos.

Sí, tú ríete, puedes disimular todo lo que quieras, pero sabes que voy a beberme tu aliento a sorbos, a sorbos grandes, gigantescos más bien, y no podrás hacer nada para evitarlo. Me alimentaré de ti durante toda la noche. Como un vampiro, te morderé, te arañaré y te dejaré marcas que te serán difíciles de ocultar. Y si por la mañana me da hambre… ten por seguro que volveré a lamerte, devorarte y jugar contigo, como hace un perro con su hueso.


"ANIMAL" de OCRE DE OTOÑO

13 de noviembre de 2012

Lucía agarra bruscamente a François del brazo. Como si la vida le fuera en ello. Lo ha visto de repente bajo la tenue luz del concierto. Cuando François se gira hacia Lucía y se da cuenta de que es ella, palidece. Evidentemente, no esperaba encontrársela allá. Se quedan un momento paralizados, ella con su mano agarrada como un ave de presa a su brazo. Él con el brazo inmovilizado, no por ella, sino por la situación. No dicen nada. Permanecen allá, sin decir nada. Recuerdan la última vez. Tensión. Mucha tensión. Lucía le interroga con su mirada, sus ojos negros brillantes como luceros envueltos en pestañas. Lucía ni siquiera parpadea. Tuerce un poco la boca en forma de sonrisa. Lo justo para que la mueca describa un "¿qué haces aquí?". La sorpresa en los ojos de François pregunta lo mismo. Sin embargo, los dos obvian esa cuestión y de sus labios sólo sale un falso pero alegre "¿Qué tal?". Con falso, nos referimos a que si realmente les hubiera interesado saber el uno del otro, se hubieran llamado en algún momento en los últimos cuatro meses. Cuando François responde "muy bien" con su acento francés, también responde (aunque sin decirlo) aquello que ella sabe y que él sabe que ella sabe. Y no porque se lo haya dicho él, porque la relación se acabó sin hablar. Un buen día, ella se levantó y ya jamás volvió a saber de él. Lo que supo, lo supo de oídas. Entonces, cuando François responde "muy bien", ella sabe que él sabe que ella sabe que él volvió con ELLA. Y como volvió con ELLA, ella ya jamás volvió a saber de él. Hasta el día del concierto. François continúa con un nuevo falso "¿Y tú?". Decimos falso porque si realmente le importara, jamás habría desaparecido sin dar una explicación. Ella miente y dice "muy bien, también, gracias". Y siguen inmóviles. La tensión aumenta mientras se siguen escrutando el uno en la mirada del otro. ¿Qué más información pueden robarse sólo con la mirada? "¿Se alegra de verme?, ¿Todavía siente algo por mí?, ¿Se arrepiente de lo que hizo?, ¿Me está pidiendo perdón?, ¿Me está pidiendo alguna explicación?". Y mientras siguen observándose, ella desvía la mirada hacia los labios de François. Tiene tantas ganas de besarle como la última vez. Se esfuerza en no hacerlo. La música ahora es una simple melodía de fondo. Todavía con su mano agarrando el brazo de François, Lucía piensa en mil cosas a la vez en aquel microsegundo que más tarde recordará como una eternidad. Y mientras sigue enganchada en la mirada opaca y profunda de François, en esa mirada que recoge una nariz perfectamente francesa, piensa, por ejemplo: "aquí, en estos pequeños instantes es cuando te lo juegas todo. Volver a verle o no solamente depende de lo que diga o de lo que me calle. Es ahora el todo o nada. ¡Qué responsabilidad!". Y la tensión del momento, las ganas de besarle, el saber que no puede porque ya no le está permitido, el no saber qué hacer y el querer hacerlo todo, hacen brotar de entre sus labios un "Encantada de volver a verte, que te vaya muy bien". Y sus piernas se ponen en marcha solas, sin que ella lo quiera. Camina muy deprisa pero a ella le parece estar caminando muy lentamente. En realidad quiere desaparecer pero también quiere que ahora sea él quien la agarre del brazo por detrás, como en las películas. Y camina deprisa porque sabe que eso no va a pasar pero todavía tiene esperanza y no quiere perderla. Quiere desaparecer lo más rápido posible y pensar que si él no la agarra por la espalda es porque ella se ha ido demasiado deprisa y él no ha tenido tiempo de frenarla, no quiere pensar que en realidad si él no la frena es porque realmente no quiere. Y, un momento después, Lucía está tan lejos en el tiempo y en la distancia de aquel microsegundo, que vuelve a la realidad. Se da cuenta de que lleva dos minutos en apnea. Y ahora ya solamente quiere respirar y esperar en un rincón a que él aparezca. Y como nunca va a aparecer, ella siempre va a pensar "me fui demasiado rápido".


"ANIMAL" de FUCKSIA ANORAK

30 de octubre de 2012

La vieja hembra mona sigue a su grupo agazapada, escondida entre las frondosas ramas de los verdas árboles, buscando la triste aceptación de una pequeña comunidad que la había rechazado. Ella, que había sido concubina del líder. Ella, que en tiempos pretéritos le había dado tres pequeños descendientes a su amado líder.

Ahora las otras hembras la habían rechazado, sus propios vástagos la ignoraban y su esplendoroso líder mono se había apareado con otra mona. Los sigue a escondidas, come los restos de fruta que deja el grupo a su paso. No puede acercarse mucho: la última vez que lo hizo le agredieron y se mofaron con crueldad. Pero, ¿qué podía hacer? Estaba sola y abandonada. Su vida era su grupo y, aunque no la quisieran, no iba a abandonarlos. Era lo único que conocía y otros grupos, seguramente, le harían cosas peores.

Su orgullo se diluía entre tanto verde. Tenía que esperar su momento. Esta parte de la selva la conoce, aqui es donde salió con vida de la sigilosa pantera. Tal vez, las cosas volverían a su cauce. No diría nada, tenía la esperanza de que la sibilina pantera aparecería otra vez y mataría un par de hembras. Inmóvil etá, contiene la respiración. Aparece, negra pantera, ayúdame a recuperar mi trono. Mata a mi sangre, asesina a alguien. Por favor.

Pero su grupo sale ileso y ella niega con la cabeza. Resignada, prosigue su decadente persecución. Pero, de repente, ve desde lo alto del árbol a la sigilosa pantera estirada y relamiéndose la pata izquierda en el suelo. ¡Shhh! Poco a poco, que no se percate de mi presencia, piensa la mona. Crack. La mona contiene el aliento. Algo ha crujido a su espalda. ¿Será otro mono? ¿Será la pareja de la pantera? No puede abandonar a su grupo, aunque ya no la quieran. Crack.

"ANIMAL" de VERDE ESMERALDA

22 de octubre de 2012


LA BESTIA HUMANA





Parecía una mañana como cualquier otra, con el despertar recibí la maravillosa sensación de amor y paz que me llega con la luz del amanecer, me hundí en mi misma para agradecer la oportunidad de contemplar una vez más la grandeza de Dios en todo y en todos, al sentir el agua en la ducha me sentí motivada a bendecirla y bañé con ella mis pequeñeces, con reverencia di gracias por mis capacidades, imploré se me concediera verlas mejor y así fortalecerlas para bien mío y de los que me rodean, agradecí por mi desayuno caliente y servido en una mesa, compartí con mi familia a través de las maravillas del ordenador, me despedí y salí al encuentro de mi rutina diaria.
Tomé el metro, para llegar a la escuela, de esta nueva ciudad adonde me encuentro haciendo unos cursos de especialización en parapsicología, presté atención a la gente, me entretuve pensando como cada uno va con su mundo personal a cuestas, algunos se miran más seguros que otros, presiento que marchan con la confianza de que tienen el control de sus vidas, y si no es así, celosamente guardan su inseguridad a fin de que nadie se entere de sus temores y frustraciones.
Al rato veo a una mujer que deja entrever su dolor, extiende las tristezas de su pequeño mundo, mira alrededor en busca de auxilio y solo encuentra su propia soledad, las corazas que resguardan las almas permanecen cerradas. Al fondo, del vagón, un grupo de jóvenes, llenan de alegría el ambiente con sus risas y carcajadas compartidas, algunos las reciben con ánimo otros fruncen el seño, en muestra de solapada envidia, y algunos otros despiden antipatía por perturbarles sus murallas.
El tren se sacude, al entrar bajo tierra y detenerse en la estación de subsuelo, al encenderse la luz artificial, salgo de mis cavilaciones, las puertas se abren, salen unos y entran otros, de pronto no puedo contener una exhalación, al mirarle entrar por la puerta del medio, a los ojos de todos es un hombre más, de unos cuarenta años, alto, de cara recia muy varonil, bien parecido, de porte elegante, parece profesional de oficina de buena posición, sólo que yo he aprendido a observar y logro ver los reflejos de su aura, me atrevo a calificarle como una bestia humana, es uno de esos seres que al pasar van absorbiendo y consumiendo la energía de los que están desprevenidos, las murallas personales no son defensa, solo la fuerza del espíritu que se entrega al mundo en una mirada fija y penetrante puede contener su canibalismo.
Veo como al pasar va dejando sin energía a los que están a su alrededor, y entre más consume más elegante y poderoso va a apareciendo a los ojos de todos, una mujer empieza a gemir luego de que pasa a su lado, una pareja empieza a discutir acaloradamente, unos niños comienzan a pelear, un anciano se empieza a quejar de dolor.
El ambiente en el tren ha cambiado de repente, ya todos están con sus energías abajo, indefensos y cansados, una chica guapa con pose de modelo, empieza a tirarle miradas de ¡aquí estoy! totalmente desprotegida, le extiende una mirada de súplica, él la mira de arriba a abajo para luego golpearla con su indiferencia y recoger toda su energía, observo como ella le entrega todo a manos llenas, si pudiera allí mismo se le entregaba, pero el arma del animal fue rechazarla.
Está a unos pasos míos, sé cuál es su estrategia, recojo mi energía con una exhalación profunda, me revisto de Luz y Amor Divinos, y me quedo mirándole justo en el medio de sus ojos, se da cuenta, y se esfuerza en revolcarme, entramos en una lucha de poder de miradas, él un animal devorador de voluntades, yo una mortal que ha aprendido a protegerse, le ordeno devolver lo que ha robado, se resiste, su naturaleza es devorar, la mía proteger, en segundos entablamos una callada lucha, es poderoso, pero en ese momento el cielo se pone de mi parte, el tren sale de la profundidad y asciende a la superficie, la luz del sol penetra incandescente e inunda todo el vagón, al instante el hombre, cierra sus ojos y al hacerlo le dirijo la luz del cielo con la fuerza de Dios en mi mirada, al instante se le escapen las energías que había robado, la pareja deja de discutir, los niños empiezan a reír, la mujer sacude su cabeza y se mira de nuevo tranquila, el anciano se pone de pie con renovadas fuerzas, y el animal, baja la cabeza, busca a la chica con pose de modelo, pero ella ya está reforzada y le ignora, no le queda más que bajar del tren en busca de nuevos indefensos.
Yo estoy exhausta, pero completa y renovada al ver tantas almas que sin saberlo recibieron una lección de amor, doy gracias al cielo por la gratuidad con que protege y bendice a sus hijos, nunca estamos solos, solo se necesita saberlo y hacerlo vida.

"ANIMAL" de GRIS CENIZA

16 de octubre de 2012


Los cuentos de Kirinek






Kirinek se miró en el espejo y sus largas orejas se agitaron en un gesto de aprobación. El bigote seguía tieso y caprichoso, pero el resto de su pelo se veía limpio y bien peinado. Se puso el sombreo de copa y se sintió satisfecho; su propia visión le proporcionaba seguridad en si mismo. Sonrió y aparecieron sus colmillos. Rebuscó en el chaleco con su zarpa y sacó el reloj de bolsillo. ¡Ah, por fin era la hora!
De la estantería cogió un viejo libro y la pequeña piedra que guardaba junto a él. Dibujó, en la pared más despejada de la cueva-casa, el contorno de una puerta rascando con la piedra, creando una melodía desafinada y áspera, de la que brotó un extraño pomo grabado con intrincadas enredaderas. Empujó la puerta hacia dentro y entró, y cuando aún no se había acostumbrado a la oscuridad se cerró la puerta tras suyo con un suave clic.
Tras tantear durante un instante la oscuridad, sus largas uñas encontraron una mesa, y sobre ésta una vela y una caja de cerillas. Un chispazo de luz, y poco a poco la vela fue iluminando el resto, la silla y la copa de cristal. El olor del fósforo le inundó el hocico, y le agradaba en gran manera, más aún cuando se trataba de aquella estancia de poderosa alquimia que tantos éxitos le estaba dando. Una vez sentado, abrió el libro y fue directo a uno de los cuentos, a aquel que no le gustaba el final y que pensaba reescribir. ¡Oh, que feliz se sentía! Todo aquel aprendizaje, todos los preparatorios y rituales que le habían proporcionado aquel don... Desde el momento en que cazaba los libros, y cuando la piedra cantaba sobre la pared, hasta que el olor de la cerilla le indicaba que estaba apunto de suceder. ¡Que nervios y que placer cada vez que usaba su nuevo poder! Tomó la copa de cristal y bebió de aquel espeso jugo, dulce y eléctrico a la vez. Entonces se lanzó corriendo contra la pared opuesta a la entrada...
Apareció corriendo en medio del bosque, cerca de una cabaña en la que, en la entrada, una niña asustada se cubría con una capa roja. Dejó atrás a la niña, que al verlo se encerró dentro, y se dirigió a toda prisa hacia la figura que había salido corriendo de la casa, persiguiendo también al objetivo de Kirinek.
El leñador tenía acorralado a su presa. Ésta, cubierta con un viejo camisón de seda amarillenta, se cubría los ojos asustada. Bajo el gorro de dormir asomaba un largo hocico, y apenas pudo mostrar sus dientes, ya que el poderosos leñador, empujado por su furia, tenía la pesada hacha alzada sobre su cabeza apunto de dar el golpe mortal.
Kirinek saltó a la desesperada, con el reloj de bolsillo en una de sus zarpas, y tocó con la otra a la presa justo antes de parar el reloj con una uña. Ambos desaparecieron, y el golpe asesino del leñador cayó con estrépito sobre las raíces de un árbol.

Un instante después, ambos aparecieron en el suelo de la habitación oscura, donde todavía olía a fósforo. Kirinek aspiró y pensó en la grandeza de lo que terminaba de hacer. He cambiado la historia, pensó, y le sonrió a la loba, dejando sus colmillos al descubierto.

"FIN DEL MUNDO" por GRIS CENIZA

19 de septiembre de 2012


-Exijo que me cedas la mitad de tus reponsabilidades.
-Ya sabéis cual es mi respuesta.
-Estás débil. Te has desgastado mucho tras tantos años de proteger a esos desagradecidos. ¡Me necesitas!
-Mi decisión no va a cambiar. Seguiré escuchándole y teniendo en cuenta su opinión, pero yo decido. Es mi deber velar por ellos.
-Entonces libérame. Deja que me vaya.
-Puede decir lo que quiera, pero su cuerpo le traiciona. Si dejara de agitar su cola sus intenciones serían menos evidentes.
-¡Maldito seas! Si abrieras tus ojos verías lo que realmente está sucediendo allí abajo. ¡Estás ciego! Tienes que intervenir, cambia tu actitud, ¡haz algo!
-Si cambiase mi actitud no sería yo, sería usted.
-¿Que tiene de malo ser yo? Muchos de ellos me adoran, y otros muchos te detestan. Eres un perdedor. Ha llegado mi hora, ¡apártate!
-¿Sabes? A veces trato de imaginar que pasaría realmente si le cediese mi cetro. Tengo claro como actuaría su excelencia con ellos, y también como me trataría a mi, pero igualmente se que muchos estarían contentos. Y entonces pienso ¿no es para lo que los cree, para que fueran felices? Usted haría felices a algunos, a aquellos que disfrutan con el mal ajeno, pero finalmente arderían todos juntos, no existiría un mañana.
-¿Y ahora que mañana tienen? ¡Uno sin esperanza! Su vida es un calvario, y te culpan a ti. Jajaja
-La culpa es suya. Son incapaces de aprender por ellos mismos, necesitan un guía.
-¡Vaya mierda de guía! Pregúntales, lo estás haciendo muy mal. Avergüénzate y deja que sea yo su salvador. Hazlo por ellos.
-Descansaría encantado, pero no soportaría verlos ahogados en burbujas de sangre hirviendo. Ese es su don excelencia, hacer sufrir al prójimo. No permitiré que acabe con ellos.
-¡No has entendido nada! No quiero acabar con esa escoria, quiero darles una razón para vivir. Que luchen por lo que más quieran. ¡Que sepan que la vida es el mayor regalo jamás concedido! Y si para que se den cuenta tienen que mancharse las manos de sangre, y que su mundo se tiña de oscuridad, y que las llamas se lleven a los débiles de corazón ¡que así sea! Pero se merecen algo mejor que lo que tienen ahora, su vida ya es un infierno. Dales la oportunidad de que ellos escojan: ¡la salvación o el fin!

Días después, tras explorar en los corazones de los hombres, Dios liberó una parte de su mente, y usó las llaves para abrir la puerta del Apocalipsis en el planeta Tierra.

"LIBRE TOTAL" de FUCKSIA ANORAK

17 de septiembre de 2012

20 años de soledad sonora. El rudo leñador, vigilante de los bosques y único habitante humano en cien kilómetros a la redonda.
20 años de soledad sonora interrumpida por una fugaz visita a casa de sus padres (ley familiar establecida desde hace demasiado).


Y ocurrió que un día, nuestro rudo leñador encontró un cabello de oro largo el horizonte. Era rubio celestial y olía a jazmín o una cosa parecida. ¿De qué diosa sería?

Y las cábalas no hicieron más que comenzar. ¿Cómo sería? ¿Sería eterna y espigada? ¿O sería bondad bondadosa y radiante frescura o inocencia? Obviamente, esto se acrecentó cuando encontró otro cabello en el camino de las moras rojas y negras. ¡Otro más! ¿Sería luz y oscuridad? ¿O un milagro cuántico de feromónas y neuronas? 

Y nuestro rudo leñador soñaba e imaginaba, imaginaba y soñaba. ¿Quién era la mujer de pelo infinito? ¿le estaba siguiendo? ¡Nadie pasaba por el bosque! El vuelco al corazón le vino cuando descubrió otro largo cabello en el taimado arroyo del norte. Pues de todos es sabido que, a veces, nuestro espacio-tiempo se quiebra de una manera figurada por culpa de otro ser humano. Y vivimos vidas fugaces en ese breve periodo de tiempo.¡Sí!¡Sí!¡Sí!. Su júbilo competía con su emoción.

Y abandonó todo y empezó a buscar rastros y señales de su hipotética amada. No tardó en encontrar otro. Y otro. Y otro. Su roja pasión gobernó su corazón y su opaca mente. Sin dejar de mirar al suelo, como un sabueso soñando con obtener una recompensa al dar caza a su futura presa, el rudo leñador se dirigió a toda velocidad, abriendo puertas sin piedad  alzó la vista, pues había entrado en la habitación de su amada. Y, como decíamos, alzó la vista y vio a su severa madre peinando una rubia y dorada peluca rubia.

"TRANSPARENTE" de VERDE ESMERALDA


EL DON DE LA TRANSPARENCIA

Tenía esas premoniciones con mucha frecuencia, más de lo que hubiese querido, le molestaba que aparecían cuando menos se lo imaginaba, y desaparecían cuando las necesitaba, era molesto, se sentía manipulada por algo o alguien que no podía controlar en absoluto, algo muy fuera de sí misma.
Esa mañana en particular despertó pensando en tan molesto don, recordó la primera vez que las experimentó con luminosa claridad, entonces tenía quince años, en aquella ocasión las sintió venir, como algo transparente que se le acercaba, la penetró de pies a cabeza y sin proponérselo, su mente se llenó primero de sentimientos, luego emociones y finalmente fue fulminada por un cúmulo de visiones.
En aquella ocasión, su abuelo llevaba tres días perdido y no lograban encontrarlo en ninguno de los sitios a donde solía acudir para sus borracheras, ella supo con exactitud adonde estaba, que lo habían asaltado y lo dejaron golpeado debajo de un puente, su premonición como lo llamaron, le había salvado la vida, una noche más allí y lo hubiesen encontrado muerto, desde entonces no estaba muy segura de que fuera lo que se conocía como una premonición, algo le decía que había algo más detrás de todo aquello.
Con el paso del tiempo empezó a ser muy consciente cuando la transparencia venía a tomarla, se daba la vuelta y salía corriendo como si eso le permitiera no ser atacada, pronto descubrió que al darle la espalda aquello se apoderaba con más rapidez de ella, le molestaba tanta prepotencia de ese poder.
Otro día descubrió que si se quedaba mirándole fijamente, desde el primer momento en que se daba cuenta de su presencia, se frenaba la transparente fuerza que la acosaba, y telepáticamente empezó a recibir mensajes de aquello, lo máximo fue el día que le pidieron permiso para hacerle ver, le explicaron que era necesario su ayuda para evitar la tragedia de un bus escolar, que le dijeron no debía suceder.
Desde ese día se había convertido en algo más manejable, se sentía sumamente frustrada cuando el aviso era de una muerte segura, le indignaba que la hicieran mensajera de la muerte, sencillamente se negaba a serlo, en especial cuando era de un ser querido, cuando eran extraños era más manejable, aunque siempre le traía problemas, no hay demanda en el mundo de los vivos por las muertes anunciadas.
Lo que continuaba sin admitir era el no poder ejercer el poder cuando lo necesitaba con urgencia, ya sabía que nunca se beneficiaría a sí misma con ello, pero se habían dado ocasiones en que era necesario ayudar a alguien y sencillamente el asunto no funcionaba, por más que la llamaba la transparencia no aparecía.
Después de estar removiendo todos estos pensamientos, mientras se preparaba para su acostumbrada caminata matutina, decidió que ya era suficiente, dejaría atrás la transparencia y no le volvería a hacer el juego, tendría que cambiar de método para comunicarse con ella.
Salió decidida a tener un día felizmente diferente, iba por el sendero que conduce al bosque de pinos, cuando una luminosidad llamó su atención, había algo en una de las bancas, miró a los lados y no había nadie cerca, esa soledad se salía del contexto de todas las mañanas, el camino estaba siempre lleno de corredores o gente paseando sus animales, extraño pensó, era como si la gente de pronto hubiese dejado de existir.
La curiosidad le pudo más, se acercó y vio algo que se asemejaba a una lap-top solo que mucho más pequeña y delgada que las que conocía, quien podría dejar una cosa así abandonada, pensó, observo que era de un material muy brillante y transparente parecía un precioso cristal, nunca había visto un modelo así, con cautela la tomó y percibió que no pesaba en absoluto, la abrió y en la transparente pantalla, de inmediato apareció un mensaje: ¿te parece que nos comuniquemos de esta manera?
Su corazón empezó a latir vertiginosamente, no se atrevía a quedarse con la duda, y tecleó:
  • ¿Quién eres?
  • Bueno tú me llamas la transparencia.
  • ¿Y esta nueva forma de dirigirte a mí?
  • Tus deseos pueden hasta cierto punto ser órdenes, esta mañana pediste un cambio de método desde lo más profundo de tu corazón.
  • Sí me molesta como lo has hecho quien quiera que seas, y necesito muchas respuestas.
  • Bien, haremos un pequeño viaje, para que encuentres tus respuestas, pero te advierto, si decides hacerlo, ya no habrá vuelta atrás en nuestra relación, ¿estás dispuesta?
  • Que puedo decir, está visto que al final se hace como tú dices
Al instante, se sintió de nuevo tomada por la transparencia y sumergida en un torbellino que le hizo perder por un breve momento, la noción del tiempo y del espacio, cuando volvió en sí, ya no estaba en el parque, se encontraba en una calle que le era conocida, pero en otro país, su país natal, y en otra época, por lo que pudo observar a su alrededor. Tomó conciencia que ninguno de los que estaban a su lado la veían, era transparente, para todos excepto, un hombre, bajito y de aspecto bonachón que le miraba sonriendo:
  • Bienvenida, le dijo, estoy encantado de que aceptaras la invitación.
  • Guau, vaya métodos los suyos, quienes son, de que se trata, porque yo…
  • Espera ten paciencia, ya tendrás respuestas para todas tus preguntas, eres una alumna especial, fue grandioso cuando nos miraste de frente, eso nos obligaba a pedirte permiso, cuando das la espalda, toda entidad puede tomarte, pero cuando miras de frente, la fuerza de tu corazón sale por tu mirada, y créeme sabes mirar muy bien.
  • Porque me han traído al pasado, por la ropa de la gente lo deduzco
  • Para que tengas algunas de las respuestas que buscas, en especial porque te escogimos a ti.
  • Que está sucediendo, porque tanta conmoción entre la gente
  • Ven entremos, ha habido un asesinato que en esta época creíamos, que no se debía dar y no lo pudimos evitar.
Ingresaron a la casa, era maravillosa aquella sensación de moverse entre la gente, traspasarlos incluso, y que no la vieran, se sentía poderosa, pero por alguna razón no sentía la angustia intrínseca que acompaña al poder por sí mismo, diría que hasta se sentía poderosamente humilde.
La casa de pronto le resultó tremendamente familiar, se fijó bien y descubrió que era la casa en que su tía Maya le había dicho que había vivido de pequeña, su tía preferida, a ella debía su nombre. Maya, se apresuró a seguir a su nuevo amigo, le entró curiosidad por descubrir quién era la persona muerta, se acercó y de golpe entendió muchas cosas, la muerta era ella misma, en aquella época se llamaba Aurora, no tenía su cara, pero era ella, comprendió que ella, Maya, había sido la prima de su tía que había sido asesinada a los quince años, en un instante tuvo más respuestas de las que necesitaba: comprendió, que desde entonces estaba destinada a formar parte del grupo especial de hombres y mujeres que nacen con el don de ser fieles ángeles de carne y hueso, llamados a ser mensajeros de la verdad y el amor, con el don de consuelo para los que sufren y no encuentran la serenidad y la paz, y en algunas ocasiones defensores de la vida de aquellos a los que todavía no les ha llegado la hora.
Comprendió que estaba, como todo en la tierra, destinada a morir algún día, pero a ella, Aurora en esa época la habían asesinado y su tarea se había truncado, ahora como Maya se le daba la opción de decidir si quería seguir con la misión o abandonarla y tener una vida como todos los demás.
Miró con tristeza a su compañero de tareas, y le preguntó:
  • Cómo podré cumplir con la misión siendo consciente de todo esto, es muy doloroso, mis sentimientos y emociones humanas siguen estando ahí, y ya sé que anticipar los sucesos no es nada agradable, excepto a veces, para el que sale beneficiado.
  • Lo sé, el único regalo que se te garantiza es que no sabrás con anticipación cuando llegue tu hora, esa nadie la sabe, solo EL, además recibirás en el momento el consuelo que necesites. Ya sabes que nuestro deber es evitar, hasta donde podemos, la partida anticipada de aquellos que por alguna razón nos mandan a cuidar, darle serenidad y alivio al que debe partir y se resiste a entregar su vida y en otras ocasiones ser el mensajero del amor divino, llevando consuelo y fortaleza al que por sí mismo no logra descubrir su fuerza interior.
  • La verdad no creo tener tantos dones para cumplir con una misión de esa naturaleza, y cómo nos seguiremos comunicando, porque seguir siendo asaltada por la transparencia, realmente lo detesto.
  • No te preocupes desde hace mucho te venimos guiando, eres una excelente alumna, con esta forma de comunicarnos que has creado será más fácil guiarte, te invitaremos a cursos de adiestramiento por así decirlo, ya ves que no te ha molestado viajar al pasado, nada impide que viajes al futuro o otras dimensiones, ¿qué te parece?. Tu creación ha sido muy ingeniosa, muy de tu época, lo podemos seguir haciendo así, la ventaja es que tienes el poder de cambiarla según lo vayas necesitando, el límite es tu imaginación, ah y tu aparatito no necesitara de baterías, en eso te lo hemos mejorado.
  • Cómo que es mi creación, yo solamente me la encontré en el parque.
  • No, tú la pediste con la fuerza de tu corazón esta mañana, a todos nos ha parecido genial.
  • Bueno si tú lo dices, puedo hacerle algunos cambios, la podría hacer un tipo más celular, no te parece.
  • Ya te dije, el don lo tienes, solo debes administrarlo bien, y por supuesto para tu conveniencia, no divulgues que lo posees, pero creo que eso hace tiempo lo aprendiste, así como que cuando menos lo desees se hará solo lo que te notificamos, podemos aceptar pedidos, pero solo El dirá que sí y que no; cualquier duda que tengas nos envías un mensaje y recibirás las respuestas en esta y muchas otras maneras, lo fundamental es que la certeza la tendrás en tu corazón. Si no tienes más preguntas, ya puedes regresar.
  • No espera, ¿cuántos somos en esto?
  • Si tomamos en cuenta los esparcidos por todas las galaxias, tantos como las estrellas del cielo.
  • Bueno, y puedo cambiar de opinión más adelante.
  • Si, tu libre albedrió nada ni nadie te lo puede quitar, pero en ese momento olvidarás todo lo que sabes hoy.
  • Bien, lo intentaré un tiempo y ya veremos…, que hago para regresar.
  • Teclea lo que necesites y será un hecho, incluso, en lo futuro, solo tecleas los mensajes que debes enviar a los que debes ayudar, y ellos lo recibirán, ya sea en sueños o por la transparencia como nos llamaste, ya no tendrás que ir a ellos, la fuerza de tu corazón y el amor que pongas en tu tarea lo harán posible, sin amor y voluntad ni tu lap-top funcionará, no lo olvides.
  • Bien, me regreso debo seguir con mi vida, porque no sé por cuánto tiempo me la van a prestar, bendiciones y gracias.
Maya tecleo: regresar y en un pestañazo estaba de vuelta en el parque, tenía en la mano una especie de celular, brillante, casi transparente, sonrió para sí misma, con una humilde satisfacción, lo guardo en su chaqueta y siguió corriendo, por en medio de sus acostumbrados compañeros de ruta.

"MEMORIA" por GRIS CENIZA

26 de junio de 2012


     Algo en la escena le trae a su maltrecha memoria recortes de su infancia y le transporta a su pueblo natal. Recuerda las olas del mar como sonido de fondo. Las gaviotas volando sobre sus cabezas y lanzando furiosos gritos contra los pescadores. Los golpes de los martillos y la fricción de las sierras, las risas y las canciones de los trabajadores. El calor, el sudor que le pega las ropas al cuerpo. Sus pasos ligeros sobre la arena. ¿Cuanto hace que se fue de casa? A veces piensa que eso sucedió en otra vida. Se mira los pies desnudos y descubre en realidad unas gastadas botas militares. Le cuesta levantar los pies, es una proeza seguir andando. Les sobrevuelan cien cuervos, manchas negras recortadas contra el cielo, que parecen darle las gracias a los soldados por proporcionarles tal festín. Le pesan el fusil y el macuto y los tira al suelo. Hará seis años, piensa, seis años que se ofreció voluntario para visitar el infierno, seis años que lo han transformado en alguien que no tiene pasado ni desea un futuro. Lo único importante es dar otro paso adelante, disparar, recargar y volver a disparar. Conquistar una ciudad, luego otra, arrasar pueblos que ya han saqueado meses atrás, no importa donde, solo matar y sobrevivir, como un círculo cíclico inevitable, donde nadie sabe donde empieza ni donde acaba. Hace tiempo que perdió la capacidad de razonar. Cuando aparecen las casas de paredes blancas en la costa se detiene, dolido como si le hubieran abofeteado. Su memoria sigue intentando destrozarle desde dentro. Hace horas que el asalto terminó, y es el momento de recoger su fruto, pero está tan cansado, los recuerdos que no terminan de volver le duelen tanto, que se sienta en la arena y descansa.
     Tiene el mismo sueño que tantas otras noches, imágenes que le visitan mientras duerme y a los que él llama realidad. Su vida ya no es real, pertenece a una pesadilla. Lo único en lo que cree son en estos fragmentos incompletos que no logra descifrar, pero que de alguna manera le dan fuerzas para dar otro paso y para disparar de nuevo. Sueña con un hogar de paredes blancas, donde hace más fresco que en la calle. En la puerta hay escrito “Familia Lavezzi” junto a un escudo pintado con un pez dorado dentro. Entra y le reciben varias macetas con flores violetas. Sobre la mesa del comedor hay un centro de madera tallada en forma de caballo. En el suelo de la habitación hay juguetes de niño por todas partes, y una mano fina, de mujer, los va recogiendo con paciencia, mientras trata de no pisarlos con sus pies descalzos. Las piernas jóvenes y blancas danzan alegremente y el vestido azul se agita suavemente con cada movimiento. Le coge de la mano y le invita a seguirle, con los largos rizos dorados como un rastro imposible de perder. En el dormitorio la luz entra con delicadeza a través de las cortinas, acaricia las sábanas, y crea agradables contornos en el frágil cuerpo de ella. Ella ríe, el mar dorado que son sus rizos se agita, y cuando se da la vuelta descubre que no tiene rostro, y la certeza de que lo ha olvidado lo hace despertar sudando en medio de un grito.

     Atraviesa el pequeño pueblo en la misma dirección que unas horas antes cuando ha entrado disparando. Aun hay casas en llamas y la mayoría de paredes blancas están manchadas por el humo. Las botas resbalan a cada paso con la sangre que inunda el suelo de piedra. Por todas partes hay cuerpos muertos de la gente que vivía aquí y que apenas ha ofrecido resistencia. Con el recuerdo de su sueño desvaneciéndose lentamente se le nubla la mente, pero es esta niebla la que le hace pensar que algo no anda bien, que no termina de ver todo el decorado como realmente es, que hay partes encriptadas que aun no es capaz de descifrar. El silencio en las calles le acompaña en su sensación de irrealidad, de vivir un sueño que es mentira, y despertar de una pesadilla que es más real que todo lo demás.
     Se detiene frente a la puerta que tiene un escudo pintado con un pez dorado dentro, junto al nombre de una familia ahora ilegible. La entrada es un conglomerado de macetas que ha destrozado hace horas, con sus flores de color violeta aplastadas. Ciertamente hace más fresco en el interior que en la calle. Atraviesa el comedor y sortea el caballo tallado en madera que le mira con cierto reproche. En el dormitorio la luz entra con delicadeza a través de las cortinas, acaricia las sábanas, y crea agradables contornos en el frágil cuerpo de ella. Pero el rojo ha invadido la habitación sin que nadie lo haya invitado. Hay salpicaduras de sangre en las paredes. La cama se ha convertido en un espeso lago carmesí. Las piernas de ella danzan en una postura imposible, en un giro macabro. La gira y le contempla el rostro. Se lo limpia con paciencia y desaparece totalmente la niebla que le cubría la memoria. Coge su pistola. No ve otra salida. Se la acerca a la frente, y mientras los recuerdos regresan uno a uno a una velocidad impensable, aprieta el gatillo.

"Reencarnación" de GRIS CENIZA

30 de mayo de 2012


Jürgena estaba agotada. Se sentía impotente, frustrada por las preguntas para las que no encontraba respuestas. Empezaba a odiar estar sentada frente a aquel desconocido. Todo era blanco allí dentro: las paredes acolchadas, los muebles, y la bata del doctor, incluso la ropa que le habían prestado, sencilla, pegada al cuerpo y elástica. Quizá por simple contraste cromático su mirada se dirigía, una y otra vez, hacia la única ventana entre las cuatro paredes; una mancha negra recortada sobre el inmenso lienzo blanco, una visión de la negrura que había más allá de aquella seguridad blanca. Allí fuera solo había el espacio, el vacío, las lejanas estrellas brillantes. La muerte.
      Las tres pantallas que tenían frente a ellos estaban conectadas a la mujer a través de cables que entraban y salían de su cuerpo, transmitiendo información desde la cabeza de Jürgena al ordenador principal, y de éste a las pantallas. El monitor del ordenador solo emitía un baile de cifras, ceros y unos que se repetían y se alineaban de manera frenética. En cambio, en las tres pantallas gigantes solo se veía el fondo blanco del programa de reconstrucción de memoria de la corporación. En alguna de las sesiones anteriores habían conseguido que los recuerdos de Jürgena aparecieran esporádicamente en forma de imágenes. Y sobre eso seguían trabajando.
      De la consola blanca surgió una voz metalizada, una imitación de voz humana que había escogido la computadora del laboratorio.
      -Paciente J-2031-A, vamos a proceder a mostrarle imágenes de algunos objetos que hemos creado a partir de los patrones que hemos recopilado en las otras sesiones.
Jürgena recibió un auténtico impacto con los millones de estímulos mandados a su mente. Le invadió una cascada de visiones, representaciones de la parte superficial de los secretos de su córtex temporal. Pero una vez activadas ciertas neuronas fue sencillo encontrar una ruta hacia el interior de su cerebro. Las pantallas del laboratorio recibieron una imagen clara: una vieja peonza de madera. Automáticamente salieron del sillón de la paciente dos agujas que le inyectaron drogas para ayudarla a relajarse y a que la transmisión de datos fuera fluida. En trance, con los ojos cerrados, su voz acompañaba al río de imágenes que pasaba por las tres pantallas.
      -La peonza la hizo mi padre. No me separé de ella hasta que la perdí jugando por el mercado. Recuerdo sus herramientas, su taller. Podría aseguraros que soy hermana de la madera. Él era un maestro artesano, tallaba figuras con un talento sin igual. Me sentaba en el suelo a verle trabajar hasta que mi madre me mandaba a algún recado. En la calle descubrí que me interesaba más lo que piensan los hombres que lo que son capaces de hacer con las manos. Siempre que podía iba ver a los maestros. Me escapaba de casa para escuchar hablar a los filósofos. Aprendí a escribir y a leer junto a mis amigos. Hicimos un pacto y nació algo grande entre nosotros trece. Queríamos hacer llegar nuestro mensaje al resto del mundo. Teníamos la promesa de un futuro mejor. Se interesaron en nosotros, nos escuchaban, pero está claro que a todos no les interesa la paz. Algunos nos odiaban. Durante la cena nos atacaron nuestros enemigos, y terminé cargando mi vergüenza hasta el monte del cráneo. Allí me dormí, abrazada a mi querida madera por tres clavos. Crucé un mar sin fin, y atravesé las nieblas que separan nuestros mundos, guiada por un anciano silencioso y severo. Me dejó frente unas puertas gigantescas que ardían y exudaban frío a la vez. El perro tenía tres cabezas, y a pesar de la furia que mostraba sentí lástima por él. Pero entré y volví a salir, y lo que vi allí dentro podría llenar milenios de charla, y escribiría cien mil libros en los que nadie creería, y me llamarían loca por inventar tales cosas, y me lanzaríais al espacio en una de vuestras vainas aisladoras. Pero ya no importa. Los hombres ya habéis llegado a las estrellas, y se acerca una nueva era, un gran cambio en vuestras vidas. He vuelto en el momento oportuno, porque alguien tendrá que mediar entre las razas para evitar la próxima gran guerra. El ser humano nunca aprende y vuestra única esperanza soy yo, Jürgena, renacida en la nave Nueva Galilea.
      Abrió los ojos y se incorporó ante el asombrado doctor. Los cables se tensaron y tumbaron los equipos electrónicos que chisporrotearon con un estruendo ensordecedor. La voz metálica de la consola repetía un mensaje de emergencia, pero fue desvaneciéndose y se fundió en la estática global reinante en la habitación. Jürgena abrió los brazos y se estiró, y todos los cables que permanecían atados a su cuerpo fueron atravesándola y convirtiéndose en parte de ella, mitad dios y mitad máquina.

"Desde el vientre" de FUCKSIA ANORAK

25 de mayo de 2012



Los tres arrugados, prietos, enzarzados en un amor líquido. Grito susurros desesperados, de suave piedad, intento convencer al más fuerte. Vamos, le arengo. Le expongo mis mentiras y lo acorrala hasta en final de ese austero río. Y me aprovecho. Y traiciono. Y no sé si reir o comer. Sí, tengo que comer. Me alimento de ellos, los devoro. Los arraso. Éste será mi hogar, permaneceré inamovible. A veces, oigo algún lamento de uno de mi hermanos. Me aconsejan que sonría, que no tosa, que esté vigil. No quiero moverme, aunque mañana sea un día soleado. ¿Podrá dejarme de temblar la voz?


¿Queréis callaros de una vez?

Shhhhhhhhhhhhh. No me cojerán en desventaja. Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Olvido. Me olvido, no sé de qué. Otra vez. Shhhhhhh.

"Estación del año eterna" de GRIS CENIZA

18 de mayo de 2012

     Al cerrar los ojos observa los cristales de los edificios más altos y sus reflejos punzantes. Levanta la cara hacia el cielo siguiendo el rastro del sol. Imagina posibles trayectorias, inventa parábolas imposibles. Si lo que sospecha le produce alguna emoción su rostro no lo demuestra. Calcula distancias y resuelve operaciones matemáticas. Ya tiene algunas respuestas.
     La luz del sol le distrae; le maravilla como crea brillos en los escaparates y en los coches, y como recorta las siluetas a contraluz de la gente en movimiento que abarrota la calle. Las madres llevan a los niños de la mano y las parejas pasean abrazadas. Nota cierta armonía en la escena. Casi le choca un hombre que pasea a su perro pero, como el resto, pasa por delante de él sin prestarle atención.
     Se detiene un segundo a estudiar sus facciones. Ciertamente son bastante parecidos a él, con algunas diferencias evidentes, pero está seguro que este será un buen sitio para los suyos. Permanece quieto viendo como salen pequeños grupos de gente de todas las puertas posibles. Despacio, como si despertara de un largo letargo, empieza a distinguir un caos latente en la escena. Se muestran cosas extrañas que antes solo aparecían esas décimas de segundo por el rabillo del ojo. Fracciones de otra realidad. Lo que no ha descifrado en sus pequeñas caras blancas se lo dicen ahora los coches abandonados de cualquier manera en medio de la carretera, los comercios vacíos, las puertas de las casas abiertas. Todos andan con lentitud, de un modo cansino. No parecen asustados. No tienen prisa. Tampoco hablan entre ellos. Solo miran hacia el frente, y un paso le sigue a otro llevándoles siempre adelante. Espectros que van todos van en la misma dirección, y terminan desapareciendo calle abajo, donde el horizonte se convierte en una bola de luz cegadora. Una visión extrasensorial del río de almas que abandonó la ciudad.
     Cuando vuelve a abrir los ojos ve la misma calle, pero esta vez está vacía y oscura. Los coches abandonados siguen allí, piezas oxidadas en medio de la nada, y en todas partes están presentes las profundas huellas de los dientes de la rueda del paso del tiempo. Sabe que el sol murió hace mucho, aunque él nunca llegó a verlo vivo, pero son las complicadas conjunciones del espacio-tiempo las que les permitirán vivir aquí durante algunos siglos. Los suyos sabían cuando iba a suceder, y se adelantaron a la cuenta atrás para que no les cogiera de camino. Prepararon su llegada hace mucho. Se deshicieron de los nativos a distancia y se hicieron sitio aquí para poder sobrevivir. Y ahora han llegado a el cascarón vacío de los restos del viejo planeta Tierra abandonado.



"Estación del año eterna" de BLANCO HIELO

15 de mayo de 2012

Aquí en Reykjavik, tanto el día como la noche parecen no tener fin, porque duran lo que parece una eternidad (seis meses cada uno). Y desde fuera parece que aquí sea siempre invierno, pero no: hay invierno y también verano.
Lo bonito, cuando ya llevas aquí un tiempo y te has acostumbrado, es desarrollar una especie de sensibilidad a la sutileza con que se producen los cambios en el Círculo Polar. Acabas dándote cuenta de que lo delicioso es apreciar la llegada del verano, no porque el sol abrase y el calor asfixie de repente, sino porque observes que, después de tanto tiempo, la aurora boreal se desdibuja, y el termómetro ya casi nunca queda por debajo de cero.
Así es como me doy cuenta, de eternidad en eternidad, de que junio se asoma tímidamente por la rendija de la puerta, y yo le sonrío tímidamente también, bajando la mirada (porque yo, a las cosas que me gustan, soy incapaz de mirarlas a los ojos).

"Estación del año eterna" de FUCKSIA ANORAK

6 de mayo de 2012


Eterno verano

Marchitos los poros (mentira)
Renaces, rayos solares,
muestras de lejanía,
ojos que palpan,
mentes ausentes.
Se despide con un
saludo, que ni siente
ni padece. Noción
de vacío, valga el
próximo suspiro
cien años de…

Eterna primavera

Significado, inédito desprecio
a lo que somos, vapores abdominales.
Pero no son acusaciones,
ni reproches de virtud.
La leyenda cuenta no sé qué
de esófagos acicalados, de brotes
de horizontes y tres cosas más
Amarillo, negro, amarillo, negro.
Es el sueño que se retuerce
hasta explotar en mil luces
de colores y se pueden atisbar
desde cualquier lugar.
¿Y no es eso a lo que la
eterna primavera aspira?

Eterno otoño

En mitad de un pasado
y un futuro, es la
constatación del inicio
de un ciclo aún lejano.
Todo lo respirado, oxidado y
lamido está ahí, no inerte
pero si impasible. Se
difumina esa fina
capa de astucia y rotundidad
(interrupción de un plasta)
(interrupción de un plasta)
¡Maldito!¡Maldito!

Eterno invierno

Exactamente lo mismo dentro que afuera,
ni un ápice de disparidad.
Humanos sin ojos, corazones
abrazados, grifos de hojalata.
Una sonrisa cincelada en el
destino, dice un traficante.
Vueltas y más
vueltas en una espiral
vue se derrumba en
un gracioso sollozo que retumba
como un lamento de azúcar.
Aunque, en un momento de
máxima quietud, somos tangibles.

"Conversación de dos prostitutas en un bar" por Gris Ceniza

23 de marzo de 2012

Lleva un rato mirándola sin saber que más decir. La situación es insoportable, ni le habla, ni le mira, ni le explica para que la ha hecho venir. En el bar los clientes entran y salen, se renuevan, pero ellas dos siguen con la misma pausa desde que, al llegar y verla así, le preguntó con tono urgente que le ha pasado.
Sira permanece callada, sorbe los mocos y mira el montón de pañuelos usados que ha dejado sobre la mesa. El cigarrilo se consume entre sus dedos y se lo lleva a los labios una vez cada muchos minutos. Así ha encendido ya varios, con sus manos temblorosas, con la vista perdida en el infinito.
Son sus ojos lo que la alarman. Se le saldrán de la cara y le caerán en la taza del café, piensa. Es evidente que lleva días sin dormir, llorando a todas horas. Se ha metido en algún lío, seguro, porque loca no está, se ha peinado y maquillado con su maestría habitual, pero por dios ¡que cara de loca tiene!.
Cuando ya cree que no le va a contar nada y se dispone a coger su bolso para irse, Sira empieza a hablar. La voz sale grave, rota, con la opresión de las lágrimas en cada sílaba.

¿Recuerdas a Germán, el viejo que durante tantos años me pagaba solo para hablarme de su esposa, y me daba charlas sobre la vida?. El filósofo lo bautizamos. ¿Recuerdas? -pero Sira no espera una respuesta, ni siquiera mira a su amiga-. Siempre estaba obsesionado con la importancia de cada decisión, de las cosas que quedan atrás o de los hechos a los que nos tenemos que enfrentar. Cada pasito es un empujón a una decisión, a un futuro u otro, decía siempre.
En los últimos tres años lo había visto cuatro veces, me llamó y lo visité en su casa cada una de ellas. Le encontraron cáncer y le operaron. El hombre se fue consumiendo y cada vez podía moverse menos. A sus ochenta años se resistía simplemente a irse, pero la única cosa que le funcionaba bien era la cabeza. Hablamos, hablamos más que nunca, y ya sabes que yo siempre he tenido mucha paciencia con este tipo de cliente, pero algo en él empezó a irritarme. Germán estaba alterado, decía que no podía morir sin volver a sentirse vivo. Insistía en que yo podía ayudarle, y la última vez me hizo una proposición que casi ni escuché. Me fui de allí pensando que si había perdido la cabeza ya estaba muerto.

A los pocos días me llamó. Se puso un notario al teléfono. Me dijo que me dejaba todos sus bienes, que yo iba a ser la única heredera de un Germán convencido de que habían llegado sus últimos días. Luego volví a escuchar su voz al otro lado del auricular, apenas un susurro envuelto en los filtros de la máquina que le ayudaba a respirar. Me confirmó que todo sería para mi, que no tendría que volver a trabajar en muchos años, pero que como condición me pedía pasar un día entero conmigo. No un día, sino El día. El último día de su vida. Había decidido apagar la máquina que lo mantenía en vida, y no había vuelta atrás. Conmigo o sin mi. Me dieron una semana para pensarlo y pasar a firmar.

Me costó mucho tomar la decisión. Lo primero que pensé es que si estaba con él durante sus últimas horas me tocaría cargar con su fantasma el resto de mi vida. No era una cuestión ética, sino un pensamiento egoísta, algo relacionado con la huella que dejaría sobre mí la tristeza de esos últimos momentos de su vida. Me convencí de que no lo haría.
Al ver como se acercaba la fecha empecé a hacerme preguntas, ¿que pasaría si lograba justificar estar a su lado en su último día? ¿no era más triste que muriese solo, sin familia, sin nadie cerca, que si yo le tendía mi mano? ¿no descansaría en paz con alguien a su lado haciéndole el fin más liviano? Llamé al notario y me informó con todo detalle de en qué consistía mi herencia. Si te digo la verdad, era la mejor oferta que podría hacerme el destino. Después de tantos años de mierda me podía pasar algo bueno. Muy bueno. Que asco de vida.
Todo se basaba en una decisión, como él siempre repetía, la importancia de las decisiones. Un paso adelante o atrás marcaría el resto de una vida. Y se trataba de mi vida, que nunca ha pintado bien, joder, ya lo sabes.
No se si fue por lástima, por interés, o por avaricia, pero esa misma noche lo llamé y firmé los papeles en plena madrugada.

La casa olía a hospital. A productos químicos mezclados con sudor, a ropa limpia que sigue impregnada del roce con la muerte. El notario se fue deprisa y sin darme ninguna instrucción. Germán descansaba en su cama. Respiraba con dificultad, y se que respiraba por los silbidos de la máquina que le empujaba los pulmones, sino hubiera pensado que ya era un cadáver. Intentó decirme algo, y tuve que pegar mi cara a su fétido aliento para entender que sólo quería que me tumbara a su lado. Eso hice, me puse cómoda y me tumbé sabiendo que no íbamos a conversar. Tenía la sensación de que en cualquier momento iba a dejar de respirar. Se iba a morir tumbado a mi lado, estaba segura. Pero eso era lo que él quería y para eso había ido yo hasta allí.
Me quedé mirando el techo, en silencio, escuchando únicamente los silbidos de la máquina. El cansancio, la tristeza, el olor deprimente... todo me empujaba y aplastaba mis nervios sin piedad. Pero poco a poco conseguí aislarme en un rincón solitario de mi mente. Intentaba olvidarme de todo aquello y creo que lo conseguí. Me aislé hasta que el techo apareció como una mancha borrosa ante mis ojos. Debí quedarme dormida, porque me sobresaltó la sensación de que no estábamos solos en aquella habitación. Algo iba mal. En un momento dado noté un movimiento a mi lado. Mis ojos seguían fijos en el techo y me costó un horror poder girarme y ver qué era. Mi cabeza no había conseguido moverse en realidad, sino que alguien entró en mi campo visual. Me estaba mirando a mi misma. Estoy segura que intenté gritar pero lo único que conseguí es que la máquina silbara más deprisa. Intenté levantarme pero fue imposible, mi cuerpo era una lápida bajo las sábanas. Mi cuerpo ya no me pertenecía porqué lo vi de pie frente a mi, y entonces me di cuenta de que yo estaba dentro del cuerpo de él.

El cabrón sonreía. Me habló tranquilamente, muy educado, tal como hablaba él cuando estaba en su propio cuerpo. Me voy, pero tranquila que volveré en unas horas. No, cariño, no temas nada, cálmate. Cuando regrese te devolveré tu cuerpo y podrás irte feliz, con la vida resuelta por delante. Tengo que sentirme vivo por última vez antes de morir. Se que lo entenderás, eres una buena persona. Te lo agradezco Sira, de verdad.

Se impacienta cuando la otra se calla. El cigarro hace tiempo que se ha consumido en sus dedos. Se da cuenta de como le tiembla su cuerpo. Le da miedo respirar por si interrumpe a la narradora. Durante ese silencio vuelven los sonidos del bar, se mezclan las otras conversaciones con la música de la radio de fondo. Pero todo desaparece otra vez cuando Sira sigue hablando.

No te puedes imaginar como me sentí, no tengo palabras. Estaba acojonada, el terror más puro me congeló. Era como si me hubieran enterrada viva. Notaba impotente como mi corazón iba a estallar. Lo vi irse. Vi como mi cuerpo se alejaba de mi alma, y me puse histérica. En algún momento perdí el sentido, y durante las siguientes horas navegué entre los sueños y la consciencia, despertándome y volviendo a caer en un pozo sin fondo, sin poder distinguir si seguía soñando o si todo aquello era real.

Por primera vez en toda la tarde Sira le mira a los ojos.

Te juro que quería morirme. Sentía el cuerpo viejo muriéndose conmigo dentro. Notaba como se escapaba toda la energía de aquella prisión de carne y hueso. Se me rompió el alma. Era como sentir que estás cayendo al vacío y nunca llegas al final aunque veas el suelo. Sólo deseaba que aquello terminara.

Contrariamente, durante esos últimos instantes, llegué a comprender a Germán, y a todas las personas que conviven con situaciones como ésta. Entendí que pidan que alguien termine con sus vidas. Y cuando entendí esto me tranquilicé. Comprendí que solo podía esperar en la cama a que la máquina programada se apagara y aquel cuerpo dejara de funcionar, o que Germán cumpliera su promesa y volviera.

Se calla el tiempo justo de encender un nuevo cigarrillo, luego continua, y se la ve más calmada, como si al contarlo se hubiera quitado un peso de encima.

Al final volvió. Me pidió perdón mil veces. Me dijo que iba a apurar aquellos últimos minutos y se tumbó a mi lado. Me contó todas las cosas que había hecho; cosas sencillas, cosas que nos parecen las cosas más simples del mundo. Me contó que salió a correr por la calle. Que se tomó una ducha de pie, el solo sin necesidad de ayuda. Se sentó en un banco a fumarse un cigarro al sol. Dijo que se miraba en cada reflejo que encontraba, y que aunque no era su rostro, le recordaba que bella y efímera es la vida. Me gritó entre risas: tienes que disfrutar cada minuto que te quede, vive, vive con ganas, no lo olvides nunca. ¡Vive!

Luego se quedó callado y volvieron a reinar los silbidos de la máquina, cada vez más pausados, más bajos, más silenciosos. Ahí yo ya no tenía miedo. No sabía ni en que cuerpo estaba, pero me daba igual, me gobernaba una paz absoluta. Me encontré conmigo misma. No se cuanto tiempo estuve flotando en mi propio nirvana, solo que en cierto momento, otra vez, sentí que había alguien más ahí con nosotros, y me dio miedo, pero cuando me volví para ver quién era solo puede ver la pared del dormitorio. En el otro lado de la cama Germán descansaba para siempre, con una expresión de plácido descanso en su rostro.

Desde ese día no he podido volver a dormir. Cada vez que el sueño se me acerca tengo la sensación de que algo va mal, que hay alguien más ahí conmigo, y me da pánico esa presencia. La lección que me quiso dar Germán es muy bonita, pero creo que esa presencia es algo maligno. Creo que así consiguió hacer el cambio de cuerpo, con la ayuda de ese ser, o de esa energía. Germán pagó su parte con su vida, pero algo me dice que yo aun tengo que pagar.

Ahora es ella la que aparta la mirada de Sira, y espera que nadie repare en su piel de gallina. Sus ojos han enrojecido, y con el dorso de la mano se seca las lágrimas que le han ido resbalando por la cara. Con un suspiro maldice para sí a su amiga por haberle contado todo aquello.

"Conversación de dos prostitutas en un bar" de Fucksia Anorak

8 de marzo de 2012

Prostituta morena-¿Cuánto corazones arrancaste ayer?

Prostituta calva-Ninguno...Bueno, uno. O casi. ¿Y tú?

Prostituta morena-Ayer no trabajé, tenía el día libre. Aunque el móvil no paró de sonar.

Las dos rieron

Prostituta calva-¿Qué les das?

Prostituta morena-Serás capulla, ya lo sabes

Prostituta calva-Ya ya

Prostituta morena-Ufff, no mires, hay un gordo mirando.

Prostituta calva-Esos son los mejores, 2 minutos y fuera

Las dos rieron

Prostituta morena-Bueno, pues para ti. Tiene pinta de oler mal

Prostituta calva-¡Qué mala eres! Además, va trajeado. Seguro que tiene dinero.

Ring,ring

Prostituta morena-Un momento que me están llamando

Cinco minutos después

Prostituta morena-Bueno, guapa, me tendré que ir. Era un cliente muy majo que me ha dicho si podíamos quedar.

Prostituta calva-¿Sabes que el gordo me ha preguntado por ti?

Prostituta morena-¿Y qué le has dicho?

Prostituta calva-Qué eras un travesti

Las dos rieron

Prostituta morena-¡Qué zorra eres! ¿Y qué ha dicho?

Prostituta calva-Pues que nunca lo había probado con un hombre pero que no le importaría

Prostituta morena-¿En serio?

Prostituta calva-

Prostituta morena-Joder...En fin, me tengo que ir. Hablamos más tarde.

Prostituta calva-Muy bien, guapa, cuidate. Cualquier cosa, llama.

Prostituta morena-Vale, besitos, guapa. Ciao

"MEMORIA" de MAGENTA OBSTINADO

23 de enero de 2012

De noche, todo parece peor de lo que es

Tempus fugit – dice, y aprieta la almohada entre sus brazos – Ya vamos teniendo una edad. ¿Nunca piensas en ello?
Lo miro a contraluz por culpa de la lamparita de la mesilla de noche que dejó olvidada la inquilina anterior. Tiene destellos plateados salpicados por entre su pelo oscuro, barba de un par de semanas y aspecto de acabar de alcanzar la treintena, aunque tiene ya treinta y siete.
No – miento. No quiero añadir mis propias ansiedades a su preocupación, además de que intento parecer más fuerte de lo que en realidad soy.
Pues me parece importante hacerlo – se coloca boca arriba mirando fijamente al techo - Creo que algunas personas viven como si fuera a haber mañanas eternamente.
Ya es mañana. Son casi las tres de la madrugada…
Él ríe.
Otro mañana convertido en hoy, que cuando queramos darnos cuenta, será ayer.
Pero es diferente ahora. Tus treinta y siete hace cincuenta años, no son lo mismo que tus treinta y siete hoy. Hace cincuenta años haría casi veinte que tendrías hijos, un millón de preocupaciones y posiblemente un matrimonio comenzado demasiado pronto, con insatisfacciones básicas insuperables. Serías mucho más viejo, por dentro y por fuera. El egoísmo nos mantiene jóvenes.
Adiós a las cremas rejuvenecedoras y a los cirujanos plásticos…
Una cosa no quita la otra – me pongo de lado y apoyo la cabeza en la mano. Hace algo de frío en la habitación. – Hay que envejecer. Lo que pasa es que la juventud dura tanto ahora que cada vez es más difícil dejarla atrás.
Se queda pensativo un rato.
Puede que tengas razón. Sigue en la misma posición, no parece que vaya a apagar la luz y dormir por fin, aún con la hora que es.
Cuando era un niño, solía pensar en los cuarenta como una barrera. Quiero decir que pensaba “cuando sea viejo, cuando tenga cuarenta…” Y mírame, aquí estoy a punto de llegar a una marca que yo mismo puse hace tanto tiempo, y casi ni me he dado cuenta de lo rápido que ha pasado.
Me gustaría saber cómo tranquilizarlo, pero no se me ocurre nada adecuado que decir. Simplemente le hablo de mí.
Cuando yo era pequeña, recuerdo el momento exacto en que entendí el concepto de la muerte. Me sentí estafada, no podía creer que mis padres o yo misma, fuéramos a desaparecer algún día. Lloré, sintiendo el abandono de sus muertes. Después de aquello, pasé semanas despertándome por las noches por la angustia de saber que al morir, no volvería a reír. Fíjate qué tontería.
¿Cuántos años tenías?
No sé. Puede que siete u ocho. Recuerdo que mi padre se sentaba en mi cama y me explicaba que era demasiado pronto para pensar en esas cosas, y que la propia naturaleza humana me haría sentir el cansancio cuando fuera muy muy mayor, y para entonces ya no me importaría tanto. Desde entonces, procuro simplemente no pensar en ello.
¿Y lo crees de verdad? ¿Crees que querrás morir, que no te importará tanto?
Dudo un momento.
Supongo que muy en el fondo, no lo creo. Pero lo espero. Como una especie de consuelo particular.
Él dice algo más, sobre la noche y que todo parece peor con tanta calma y tiempo para pensar, pero no estoy escuchando. Ha empezado a sonar el teléfono de pronto y me levanto maquinalmente a cogerlo. Sí que le oigo decir “pero quién coño será a estas horas”. Pero por algún motivo, lo sé. Descuelgo sin decir nada y una voz llorosa dice, cariño, es papá…
Mi recuerdo vuela a aquellas noches sentado en mi cama hablando, y las palabras tempus fugit vuelven a mi mente como en un destello de inevitabilidad…

"Memoria" por FUCKSIA ANORAK

6 de enero de 2012

“Es maravillosa. En cuanto la pruebes, abandonarás las otras porquerías que consumes”. Con estas palabras, Susan Renton me ofreció por primera y última vez la furazapina. La furazapina era una de las nuevas drogas de diseño que habían salido al mercado. Sus efectos alucinatorios consistían en entrar en la mente y bucear en la memoria de la persona que tenías al lado que, normalmente, también tomaba una o dos píldoras de furazapina.

Yo era un adicto, y no lo dudé en un instante. Las ingerimos y nos cogimos de las manos. Empezamos a sonreír, pues estábamos nerviosos y con unas ganas tremendas de que la droga hiciera efecto. Y, en un parpadeo, la furazapina activó todos mis sentidos.

El efecto, al principio,era extraño. Veía a Susan Renton como siempre. Pero en un fugaz destello, de repente, aparecía más joven. Estaba ella como en una casa de veraneo a las afuera de neo-tokio, no tendría más de quince años, su rostro era más amable aunque era igual de alta que en la actualidad. En otro destello, Susan aparecía aún más joven y tenía entre los brazos un conejo robótico que estaba dando espasmos. Ella lloraba y lloraba y unos adultos la estaban consolando.
Pasados los momentos iniciales de estos destellos, sacudí la cabeza y aluciné. Costaba darse cuenta de que, realmente, estaba drogado. No tenía conciencia de haber consumido nada, todo parecía irreal pero eran los recuerdos intangibles de la buena de Susan. Por sus gestos, detalles, sabía exactamente cómo se sentía. Bucear en la memoria de otra persona, fueran buenos o malos recuerdos, era alucinante.

Pasados uno cuantos destellos más (no sabría decir si cinco o quinientos) apareció Susan, pero con un cambio radical en su aspecto habitual. Es más. Parecía tener unos veinte años más que en el momento de consumir la furazapina. Sostenía un cuchillo y amenazaba violentamente a alguien que estaba maniatado en una silla de diseño. Era a mí. Miles de dudas me asaltaron ¿ Podía la furazapina bucear en el futuro? ¿Era un mal viaje? ¿Un efecto secundario de la droga?

Deseé recuperar la cordura, dejar de una vez las alucinaciones y, por una vez, volver al mundo real. ¿ Es que acaso Susan se había asustado al bucear en mi memoria? Nunca había asesinado a nadie, ni había sido un cabrón. Grité. Grité. Grité. Susan se giró y me apuñaló. No a mi yo que estaba sentado, si no al yo que estaba de pie alucinando por la droga. Porque ahora, estaba sentado y atado de pies y manos y Susan esgrimía con rabia un cuchillo delante de mis narices. No lo dudó, y me volvió a apuñalar. Hubo un destello, y aparecí delante de una niñita que tenía un conejo robótico. Enfurecido se lo rompí. La niña se puso llorar. Si me había matado realmente, yo me encargaría de jugar su memoria


20 años después

Doctor-¿ Y desde cuando tiene esas alucinaciones?

Susan- No son alucinaciones, lleva persiguiéndome toda la vida porque…porque…consumimos furazapina y murió de sobredosis

Doctor- Esa droga se erradicó hace 20 años, y usted lleva en tratamiento desde que tenía siete años. Ese hombre que dice usted que la persigue, que murió de sobredosis no existe

Susan-¡Pero es culpa de él! ¡ Lo juro!

"Memoria" por BLANCO HIELO

Recuerdo la primera vez que volvimos a quedar, después de varios años. Llegué puntual al sitio que habíamos acordado, y como tú aún no estabas allí, saqué un libro y metí la nariz en él, como una extraña forma de esconderme infantilmente de la realidad. Para no verte llegar, para no verme esperando junto a aquella puerta acristalada mientras la inquietud me consumía.
Y es que estaba muy nerviosa, muy nerviosa. Más incluso que aquella tarde, de hacía casi un siglo ya, cuando volví a encontrarme contigo por primera vez desde que habíamos dejado oficialmente de ser solamente amigos. Nada más verte, te di un abrazo; tú pegaste un respingo y te quedaste por un momento como parado. A mí me hizo mucha gracia; parecía que fuera la primera vez en tu vida que te abrazaba alguien.
De repente, tu abrigo hizo sombra sobre las páginas de mi libro, y al levantar la mirada, te encontré de nuevo frente a mí. Me saludaste amablemente, te fijaste en el autor del libro. Me contaste una anécdota sobre él y me comentaste que a tu madre le gustaba mucho, pero que a ti no te acababa de convencer; decías todas estas cosas como el que se pone a hablar del tiempo o de fútbol. Hablabas como si no lleváramos varios años sin hablar y sin vernos, claro que por qué lo ibas a hacer de otro modo. Me alegraba de volver a verte, pero tenía que mantener esa compostura tan tuya; seguir ese protocolo que ya aprendí años atrás.
Atravesamos juntos la puerta de cristal mientras volvía a guardar el libro en mi bolso. Qué nerviosa estaba

"Memoria" por ROJO CORAZÓN

Llegué demasiado tarde, o a ella le llegó el momento demasiado pronto… Justo cuando yo empezaba a tener recuerdos, ella los empezaba a perder. Tenía curiosidad por saber como era exactamente, ya que solo veía una mujer grande con la piel blanca y arrugada, un rostro que parecía triste pero a lo largo se iba volviendo más y más indiferente y unos ojos claros y pequeños.

Me contaba mil historias, la gran mayoría sin sentido y que nunca habían llegado a ser ciertas… No sabia quien éramos, no recordaba nada de su pasado y tampoco se iba a acordar de lo que ahora estaba pasando. Alzheimer, capaz de borrar todos los recuerdos de una persona, llevándose así todo su ser.

No somos nada sin nuestros recuerdos, cambiamos completamente sin ellos. Somos memoria.