"Detectives" de VERDE ANTÁRTICO

27 de diciembre de 2012

Pareja de Jotas

El aire acondicionado del casino está demasiado alto, como siempre. El croupier reparte cartas para comenzar una nueva mano y a continuación hace un gesto, indicando a Joan que es el primero en hablar:
-Subo la apuesta, veinte euros.
Jaime le mira atentamente, y a continuación alcanza sus fichas:
-Yo resubo, cincuenta y seis.
-¿Otra vez? Menudo imbécil,¿No tuviste bastante con robarme a mi novia, también quieres mi dinero?
-Yo no te robé nada, se marchó porque después de lo de tu padre se te fue la cabeza.
-¿Es que esperabáis que siguiese con la misma sonrisita idiota de siempre? En vuestra puta cabeza no entraba la posibilidad de que yo tuviera problemas, siempre tenía que ser el chico feliz.
Tras esto, observa atentamente al detective mientras una media sonrisa se dibuja en su rostro:
-Debes tener buenas cartas, no sueles tener cojones a jugar contra mi, sabes que siempre sé lo que piensas hacer, que sé engañarte. Pago.
-Joan, eras mi mejor amigo, y yo el tuyo. Lorena estaba loca por ti.
-¡Y locamente fue como se te folló, ¿verdad hijo de puta?!
Ante la subida de tono, el croupier, solo con la palma de la mano abierta, deja claro que deberían estar más por las cartas, y menos por la discusión.
-Ella estaba dolida por lo que le dijiste, y yo enfadado por cómo me trataste, solo nos teníamos el uno al otro, fue un error. Recuerda que no todos somos millonarios y tenemos una vida tan fácil.
-Señores, por favor, no se distraigan. Las tres primeras cartas, reina de tréboles, nueve de tréboles, cinco de diamantes.
-Sí, discúlpeme. Claro chaval, perdona por tener una herencia, la donaré a Caritas, para que la gaste en los vicios de sus curas pedófilos, no te jode. Que tu padre se suicide claramente es un pequeño precio a pagar por ser rico… serás gilipollas. Paso, carta gratis. ¿Por cierto, que ha sido de la ramera? ¿Volvió al infierno del que salió?
-Ni idea, ya sabes que nos dejó de tratar a los dos después de lo sucedido, y también sabes que ninguno de los dos lo supimos llevar bien… Pero parece que la vida te trata mejor a ti. Mírame, ni siquiera debería permitirme seguir viniendo al casino a jugar, he venido porque te necesito. Sé que en el fondo no has cambiado. Podrías ayudarme.
Joan suelta una carcajada y se encorva sobre la mesa, mirando desafiante a Olmos:
-¿Es por ese caso del asesino que sale en la tele? ¿El que te deja una jota de tréboles a cada muerte? Debe traerte de culo si vienes a pedirme ayuda. ¿Crees que yo sé algo? Y aunque así fuera, ¿Qué te hace pensar que voy a ayudarte? Madre mía, no tienes ni puta idea.-
De lo que sí tengo idea es que no llevas nada. Apuesto ochenta.
-¿Y qué es lo que te preocupa tanto de ese caso? ¿Te joderá la carrera de superdetective en Hollywood? ¿Ya no tendrás un currículo impecable? Pago.
Uno de los jugadores que permanecen fuera de la mano mira al croupier e impaciente, señala el reloj, dejando claro que quiere que tome cartas en el asunto, nunca mejor dicho.
-Por favor señores, estamos jugando al póquer, no en la peluquería, vayamos a por la cuarta carta, ocho de tréboles.
-Lo que ocurre es que este tío es listo. Parece que me conozca, todo lo que hago o pienso, me lo desmonta en su siguiente paso. Se burla de mi, estoy seguro.
-El mundo entero se burla de ti, payaso. Doscientos euros.
-No tienes nada, ¿Por qué subes? Siempre me estás desafiando, poniendo a prueba, aprende a perdonar, no vivirás tan amargado.
-Lo único que me amarga la vida a mi eres tú.
Joan mira sus cartas y muestra un abanico de dientes, blancos, perfectos, acompañados de dos ojos que parecen arder.
-¿Y esa sonrisa? Siempre creyendo que eres el más listo del lugar. Cuándo pones esa cara es porque me ocultas algo. Resubo, quinientos.
-Pago.
-Última carta. Tres de corazones.
-Asúmelo, siempre serás un títere. Siempre se reirán de ti, por acatar las normas, por ser el chico bueno de la clase y hacer cumplir la ley sin hacer preguntas. Eres un idiota, no tienes remedio, por eso me divierte hundirte. Paso.
-No sé a qué viene tanto odio, ni por qué has cambiado tanto. Pero deberías hacértelo mirar por un psicólogo, no creo que sea sano. All-in, voy con todo.
-Lo veo.
-Señores, muestren cartas, por favor.
Por un momento el tiempo se congela. Ambos jugadores se resisten a mostrar sus manos y el detective Olmos es el primero en hacerlo:
-Yo tengo As y rey de tréboles. Color máximo. Supongo que ya no eres tan listo.
La incontenible risa de Joan explota sobre el ruido de las conversaciones del resto de mesas, hasta que se convierte en una tos incontrolable. Cuando al fin puede parar mira sus cartas y dice:
-Elemental, querido Olmos. Ya decía yo que tus cartas eran buenas. Es verdad, quizás no sea tan listo, pero como siempre, sé jugar mis cartas aunque sean peores. Diez y jota de tréboles, escalera de color. Supongo que la jota de tréboles siempre acaba dándote por culo. ¿No es así, detective?

El detective Jaime Olmos mira atónito a Joan. Por un momento parece que vaya a saltar sobre la mesa. De repente su mirada es aún más intensa que la de su antiguo amigo. Parece que en cualquier momento vaya a gritar con toda su furia. Sin embargo, mientras el croupier retira sus fichas para dárselas al embaucador que se rie de pie, únicamente logra articular dos palabras:
-Lorena… cabrón.

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