"Sant Jordi" por Blanco Niebla

24 de abril de 2009

Caminaba despacio, no sabía de donde había salido todo aquello ni de donde venía yo, solo que allí estaba, rodeada de enormes sauces y contemplando una vista alucinante, una maravillosa puesta de sol. Noté algo extraño en mis costillas, algo no me dejaba respirar, me oprimía, miré hacía mis pechos; dios! Pero que demonios llevaba puesto?? No me extrañaba nada que no pudiera ni coger aire, llevaba puesto un corsé que oprimía mis costillas y dificultaba encarecidamente mi respiración, aunque la verdad sea dicha, me hacía una cinturita de avispa que jamás hubiera conseguido por mi misma.. Acompañaba al corsé una falda larga y aterciopelada a conjunto con unos zapatitos que bien podían haber salido de una de las mejores tiendas de la quinta avenida.. No me preocupé, me sentía bien a pesar de que no sabía donde me encontraba. Ví a lo lejos un camino y decidí seguirlo puesto que estaba anocheciendo y no era plan de quedarse allí plantada, en medio del bosque, un bosque que no conocía de nada..

Continué caminando por el amplio sendero, agotada y sin expectativas de encontrar ningún hotel 5 estrellas en aquel paraje inhóspito decidí acurrucarme bajo un árbol, me dormí en menos que canta un gallo.

Al despertar noté algo blando bajo mi cabeza, debía de ser tarde porque notaba un calor propio del sol de mediodía. Me incorporé. Oh, oh!! No estaba bajo el árbol que había sido mi cama por aquella noche, me encontraba en una cama!!, una preciosa cama con dosel sobre la que caía una tela transparente que hacía mucho mas voluptuoso aquel espejismo. Chillé, mire bajo mi sábana y el maravilloso vestido había desaparecido, en su lugar me encontré un precioso camisón de seda que me llegaba hasta los pies. Pero ¿Qué me estaba pasando?¿donde me encontraba?, todo parecía el guión de cualquiera de las películas surrealistas que tenía Jack, reservadas, según sus propias palabras “para una ocasión especial”. Me incorporé, no había nadie, estudie detenidamente la habitación en la que había pasado ¿la noche entera?, miles de preguntas invadían mi mente. Lo que estaba claro, muy pero que muy claro, era que aquella habitación no pertenecía a una casa del siglo XXI, o por lo menos, no a una casa convencional. Los muros eran de piedra maciza, adornados por semicolumnas de capiteles jónicos –las clases de arte habían servido para algo- que intercalaban con enormes ventanales por los que entraba con todo descaro un sol abrasador. El mobiliario era espectacular, todo en madera, propio de cualquier castillo medieval; descansaba sobre una de las sillas –por llamarla de algún modo- un espectacular vestido blanco del cual me quedé prendada; ¿sería para mi?¿quien quiera que me hubiese llevado hasta allí quería que me lo pusiera?.


De repente, sin previo aviso, entraron alborotando en “mi” habitación 5 mujeres, todas ataviadas con lujosos vestidos; me sentí indefensa, confundida y comencé a chillar y a esconderme de ellas entre los numerosos muebles.

- ¿pero que haces?
- Pero mírala, pero niña, no te escondas! O, ¿acaso es que no quieres salir ahí afuera para que todos vean lo hermosa que eres?

Yo las miraba, desconcertada, me agarraron, yo las miraba, comprendí que no me harían daño, y también, que no responderían a ninguna de mis preguntas, así que decidí seguir el hilo de la historia. Mientras una me peina, otra me enjuagaba el cuerpo con aceites. Entre dos me pusieron el vestido; i cuando estuve “lista” me empujaron hacía la puerta.

- venga! Ánimo! Déjalos deslumbrados!
- Pero mírala, es la princesa más hermosa que jamás nadie haya visto
- Hemos hecho un buen trabajo chicas, así se hace

Me giré y las miré con cara de asombro. ¿Deslumbrados?¿PRINCESA?¿pero en que jaleo me había metido esta vez?. Está bien, cogí aire y me adelanté unos pasos; frente a mi se extendía un enorme pasillo, a medida que avanzaba pude contemplar los enormes cuadros que a mi cabeza se alzaban. La verdad es que estaba flipando, los cuadros representaban a ¿mis antepasados? En algunos salían caballeros con armadura y en otros grupos de familias enteras, lo más curioso es que pude distinguir el cuadro de mi bisabuelo colgado en una de las esquinas, ¿Qué demonios hacía ese cuadro aquí?, a medida que me acercaba hacía lo que parecía una abertura pude escuchar un gran bullicio, las notas de un órgano inundaban mis oídos y mi mente; me acerqué y… dios!! Aquella sala estaba a rebosar de gente, y todos vestidos de época!! ¿Estaba en un baile de disfraces y yo era la reina del carnaval de ese año? No me lo podía creer!! De repente, entre la multitud se abrió un círculo y como por arte de magia se posó ante mis ojos un joven que se arrodilló y estiró el brazo hacía mi, que continuaba en lo alto de la escalera. Me entró la risa, su traje era verdaderamente ridículo, llevaba leotardos!! El chaval se había tomado la fiesta con un ímpetu asombroso.. todos me aclamaban, un señor de barba blanca me pedía que bajara de una vez; la fiesta no podía empezar sin mi, sin la PRINCESA..

El chico me besó la mano y me cogió del brazo, me llevó hasta el centro de la sala oval y de repente la melodía se convirtió en algo más alegre y él me indujo a bailar, ¿Dónde había aprendido a bailar así? , mi madre siempre insistía en que me apuntara a clases de bailes de salón pero me oponía rotundamente, era cursi.. Argggghhh, pero ahí me teníais, bailando música de salón y de la mano de un apuesto caballerete.

De repente, sin previo avisto el chavalín – pues no debería de ser mucho más mayor que yo- se inclinó y me besó, fue un beso tan dulce que me dejé llevar y entonces..


- Annaaaaaaaaaa!!!!!! Arribaa!!!! Son ya las 7!! Hora de levantarse!!
- ¿¿QUEEE?? ¿¿Cómo que hora de levantarse?? ¿¿y mi príncipe?? Aghhhhhh, quita Vincent!! Me estas llenando de babas!!

1 comentarios:

GrisCeniza dijo...

buenooooo un "cuento" en toda regla.
Felicidades x entregarlo a tiempo. Eso si, como de grande quieres la crítica?

jijii