"Funeral" por Magenta Obstinado

6 de abril de 2009

Qué me pongo es una decisión siempre más difícil para una mujer que para un hombre. Primero, debes resolver la cuestión del estilo; falda o pantalón, vestido, traje, zapatos planos o de tacón, tono serio o alegre, elegante según el modelo clásico o atrevido pero nunca fuera de lugar. A continuación, por supuesto, vienen los complementos, un pequeño pero gran mundo de posibilidades, combinaciones, colores y tamaños: bolso grande o pequeño, a juego con los zapatos o con la chaqueta, pendientes llamativos si la ropa no lo es tanto, o sencillos si el escote del vestido ya llama suficientemente la atención. Pulseras o anillos, al gusto de cada una, pero sin excederse en la cantidad o corremos el riesgo de parecer un bazar. Si finalmente decidimos falda, también hay que pensar bien el tono y opacidad de las medias, muy tupidas, medianamente tupidas o poco tupidas, y si son color piel, podemos elegirla más o menos bronceada.

Cuando por fin estás ante el espejo, completamente vestida, puede parecer que ya no queda mucho para estar preparada, pero no es así en absoluto, todavía falta por supervisar el peinado y el maquillaje. Pelo suelto o recogido, sombras y lápiz de ojos, rímel, colorete, barra de labios… Nunca he sido gran entusiasta de utilizar correctores para la piel, esas masas pastosas para unificar la cara en un mismo color extraño, sin poros ni lunares ni marcas de ningún tipo. Nada más que una curiosa piel de muñeca Barbie, aunque siempre con la opción de elegir si queremos el tono más o menos bronceado, a juego claro, con las medias. Sin embargo, esta vez creo que sí usaré un poco. Tengo la piel algo amarilla.

La vida del hombre, siempre me pareció un poco más sencilla en muchos aspectos, pero sobre todo a la hora de vestir. Un traje oscuro, camisa y una bonita corbata, y listo para cualquier evento más o menos formal.

En esta ocasión en particular, he elegido un vestido negro con pequeñas flores rosas muy pálidas, abotonado en el centro y hasta la rodilla. Al final he preferido la sencillez y dejar de lado la seriedad y gravedad del asunto. Me siento más yo misma cuando lo llevo puesto, y siempre me ha dado cierta buena suerte, aunque ahora ya no sirva de mucho.

Como calzado, usaré las preciosas sandalias que me regaló mi hermana en mi último cumpleaños. Después de todo, ya no tendré problemas para soportar los tacones porque estaré acostada todo el tiempo. Espero que al tomar las medidas hayan dejado espacio suficiente en la parte de abajo, sino tendré que estar descalza.

El pelo, he optado por liso y suelto, como lo he llevado siempre, como espero que me recuerde mi madre, por mucho que me dijera tantas y tantas veces que me lo retirara de la cara en una coleta bien alta pues “no hay peinado más bonito en una mujer que una coleta”, un pensamiento tan anticuado como falto de verdad, según mi opinión.

Y por último, un simple adorno, el anillo que me regaló Iago. Me lo llevo conmigo aunque no nos haya dado tiempo a celebrar la boda por culpa de la enfermedad. Es una pena que él se quede y yo me vaya. Ojalá hubiera podido ser de otra manera. Pero no lo ha sido.

Y por fin, creo que ya estoy preparada para mi funeral.

2 comentarios:

vomiton dijo...

Me la has "colao" al final. Mala persona.

GrisCeniza dijo...

Buff...
La primera vez q lo leí me pareció tan irónico q casi fué cómico.
Ahora lo releo xa comentarlo y.. pues me ha parecido tristísimo!!!

Entre tu y Blanco Niebla me sacais la lagrimilla!!

Me ha parecido muy original el desarrollo del texto, y es d agredecer tu forma de narrar, como siempre.
Además, siempre aprende uno cosas nuevas sobre las mujeres, muertas antes q sencillas...