"MATAR A ALGUIEN" SEGÚN NARANJA VENENOSO

23 de enero de 2008



Aquella era la caja en la que estos últimos días había estado guardando cuidadosamente los recuerdos que debían ser olvidados. Todos mis sueños rotos, esos con los que había estado luchando a diario estos últimos meses, con todas aquellas absurdas sesiones de 17’22 a 18’22, con el gilipollas del psiquiatra, aquél enclenque humanoide idiota y anormal con su barbita de chivo y sus gafitas redondas de sabiondo soplagaitas con sus aires de grandeza y sus sonoros garabatos en su libreta de espiral donde anota todo lo que yo le digo, cronometrando minuto a minuto con su reloj de cuco colgado en aquella pulcra pared pintada de blanco, llena de diplomas con su nombre, indicando sus medallas al honor y a su renombre por Honoris Causa, maldito cobarde soplagaitas,… un día de estos te vas a enterar de quien soy yo…, con tanta terapia de los cojones y tanta puta pastillita de colores… Sí, sí, sí… es a ti. Te lo digo a ti, comecocos de mierda, que me estás intentando comer la olla pero no lo vas a conseguir, pareces saberlo todo pero en realidad no sabes nada de nada, porque yo soy más fuerte que tu, yo si me conozco y soy capaz de hacerlo todo y de hacerlo otra vez y de volverlo a hacer una y otra vez… una y otra vez… tus pastillas no me van, tus historias no me van, no consiguen ayudarme. ¿Crees que tus pastillas e inyecciones me sirven para alguna cosa más que para putearme y mantenerme dormido y de mala ostia? ¿Me pretendes ayudar? ¿Tu?.., ¿Tu,… a mi?...de qué? ¿Pretendes que me crea que me ayudas en algo?...bfff…
Me largo, necesito airearme un poco, sino voy a explotar, cojo las llaves y salgo echando leches de estas cuatro paredes que me hunden cada día más en un sinfín de pesadillas claustrofóbicas, más que una casa parece una celda, un hospital de día, me siento encerrado, agobiado, clausurado, me recuerda esos meses que pasé en el hospital, con toda esa calaña encerrada entre cuatro paredes asfixiantes, enrejadas bajo llave a base de pastillas e inyecciones y chutes de psicofármacos para anestesiar a un mamut en celo, quiero huir de aquí, preciso aire, sino me dará un patatús, malditos pensamientos, la cabeza me vuelve a resonar otra vez, maldito soplagaitas sabelotodo, repelente niño vicente del psiquiatra de los cojones, que ayer me subió la medicación otra vez, pues no me la voy a tomar, igual que el resto de medicación que me llevas recetando desde que salí del hospital, pues no me la tomo humanoide incompetente!... pero necesito salir de casa, siento que necesito aire. Salgo. Me dirijo al parque y me siento en un banco y espero a que salga como hago cada tarde desde que salí del hospital, pero hoy creo que es el gran día, nuestro gran día, por fin, el día que tanto hemos esperado y deseado los dos. Nuestro gran día tan ansiado, es el día D.

Son las 19’47h. La veo salir del portal de su casa, a la misma hora, como todas las tardes, con esa falda estrecha y corta que deja ver sus largas piernas y sus recurrentes muslos. Contonea sus caderas al son de sus pisadas con esos tacones que repican contra el suelo, cada vez más rápido, clic, clic, clic… Mi cabeza retumba con el tintineo de sus pasos y eso me hace verlo cada vez más claro: estoy preparado.
La sigo con grandes zancadas pendiente de no ser descubierto. Pobre infeliz, no sabes que ganas tengo… te vas a enterar! Golfa, guarra, sucia…. Llevo una distancia segura, tan cerca como para verla y tan lejos como para que no intuya mi presencia. Aumenta su paso, eso me pone a cien, se me acelera el pulso, tiene que ser mía. Corre guarra corre, que ya te atraparé, tu no lo sabes, no me conoces, pero yo a ti si, sé que eres una perra, sé como eres, sé lo que te gusta, por eso vas a saber quien soy.
Se para, yo me detengo también, se gira y le veo la cara,… esa cara sucia con esos ojos grandes y brillantes color miel, llenos de vida, pintorreteados de negro; sus pestañas largas y espesas también pintadas, la muy ramera. Esa nariz fina y delgada abriendo paso a su boca grande, frondosa,… sus labios carnosos tintados de un rojo intenso y brillante, sugerente, que invita a la provocación carnal… puta, guarra, pervertida!! Mis manos empiezan a temblar, no las puedo controlar… me está provocando la maldita mujerzuela. Me acerco cautelosamente, estoy preparado.
La golfa no se espera nada, sigue sonriente con esa chispa en los ojos. Me estoy calentando, no me controlo, necesito hacerlo, cada vez estoy más cerca. Siento su mirada en mis pupilas, que se dilatan; me acerco aun más, la rodeo con mis brazos y la acorralo contra la pared. La muy cerda se resiste, me araña, forcejea, me golpea con sus puños y grita como una gorrina. La muy cerda que lleva provocándome desde hace tanto tiempo…
No te resistas perra, voy a darte lo que tanto anhelas y te mereces! La agarro de su rojizo y enmarañado pelo, la zarandeo y golpeo su cabeza contra la pared y deja de arañarme y de gritar. Noto mi paquete cada vez más turgente. Levanto la cabeza y me percato de que ningún transeúnte nos pueda descubrir con facilidad, la oscuridad nos sonríe. La tumbo al suelo y me arrodillo sobre ella. Mis manos tiemblan, se las acerco al cuello, ella llora, toda la pintura de su cara se corre y difumina… Le aprieto el cuello fuerte, un poco más fuerte, cada vez presiono con más fuerza y al fin deja de resistirse. Entro en éxtasis porqué se que le estoy dando lo que se merece, lo veo en sus ojos… golfa!!!! Se rinde, ella se rinde, siente que está perdida y todo se le acaba. Aprieto más fuerte hasta que siento su último aliento. Ya es mía! Zorra te lo mereces. No puedo más… me corro…

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