Los retortijones la despertaron. Tenía el vientre hinchado. Se giró a un lado y abrazó la almohada. Se puso boca abajo y apretó el estómago con sus manos. Se hizo un ovillo, hasta que sus rodillas acariciaron suavemente su mentón cetrino. Por un instante se resistió a cerrar ojos. Qué ironía, ahora que quería vivir sus dedos no pudieron marcar el teléfono de Urgencias. Antes de que sus párpados se cerrasen para siempre, se fijó en el pisapapeles de la mesita y sonrió imaginando que era la sexy bailarina de cancan que vivía en la puerta del palacio.
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1 comentarios:
Que buen rollete damos con nuestros microrrelatos, no? ;)
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