Caminaba como una autómata por las oscuras callejuelas de la ciudad, apenas podía distinguir cuando las noches se convertian en días y estos a su vez otra vez en noches. La sombra del rimel diluido entre lágrimas dibujaba grandes zurcos en su hermosa cara, enmarcando lo que antaño fueron dos preciosos ojos azules y que en estos momentos no eran más que pozos de agua turbia. La transformación había comenzado.
Se detubo por inercia delante del número 22 de aquel callejón y un extraño personaje completamente de negro le franqueó la entrada, estaba nerviosa, no sabía como se desarrollaría la noche en aquel siniestro local, y aunque asustada, la chica entró.
La oscuridad bañaba el local, cuerpos sin dueño se movian al compás de la música, tan juntos que costaba distinguir donde comenzaba uno y acababa el otro. A medida que pasaban los minutos la música se volvía más frenética, los cuerpos se movían mostrando una erótica danza, casi hipnótica, cada vez le costaba más moverse entre la gente, pero, pese a las dificultades, le encontró.
Sus penetrantes ojos verdes le miraban desde el fondo del local, y ella pensó que era la criatura más bella que había visto nunca, se dirigió sin vacilar hacia él, y le dió un apasionado beso que él correspondió con ganas. Le tomó de la mano y se dirigieron al reservado del local, ambos sabian lo que pasaría allí dentro, y sin embargo, ninguno dudó, ya no había vuelta atrás.
La gran cama ocupaba el centro del reservado, cerraron la puerta y se dejaron llevar por la pasión contenida, aquel era su momento y el de nadie más. Ahora él tomó la inicitiva y levantó a la chica hasta posarla en la cama, los besos eran cada vez más fuertes, primero pasión, luego rabia, furia, como si en esos besos se les fuera la vida, como si cada beso fuera el último, ella no podía resistirse más y de forma descendiente comenzó a trazar un camino de besos hasta que llegó al punto crucial, su cuello. Él se relajo disfrutando del momento y entonces todo cambió.
Dos afilados colmillos atravezaron la fina capa blanquecina de piel, un torrente de sangre escarlata comenzó a brotar por los pequeños agujeros, ella sorvía golosa aquello que para ella era un manjar, mientras tanto él se dejaba caer en el sopor inconfundible de la muerte, sin resistencias, sin oposiciones, simplemente disfrutando del efímero momento, ya estaba condenado, pensó él.
Ella intentó contenerse pero el sabor metálico de la sangre del joven era demasiado irresistible, el pulso se ralentizaba segundo a segundo y ella sabía a ciencia cierta que si no paraba en aquel momento él no sería más que un cadáver entre sus brazos, y sin embargo era tan difícil contenerse a esa sangre tan dulce, a aquello que la llenaba de fuerza, de vitalidad, a aquello que la hacía sentir un poco más viva, y cuando quizo darse cuenta él no era más que un cuerpo sin vida, ella comprendió la situación y se separó de él, se relamió los colmillos y llamó al servicio para que arreglaran el desastre, otra vida segada a cambio de la suya propia, ese había sido el pacto, alimentarse o morir, ella ya había decidido, y si algún día
tenía que arder en el infierno por su decisión...que así fuera.
"Pacto con el Diablo" por Azul CIelo
7 de septiembre de 2009
Tema: "Pacto con el Diablo"
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3 comentarios:
welcome,welcome!! no está malamente el texto. Un saludo!
Bienvenida!!!
espero que este aire nuevo traiga retos inesperados
Bienvenida Azul Cielo!!!
Buen texto de debut, con sangre y erotismo incluidos. BRAVOOOO!!!
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