"1r encuentro" según Blanco Hielo

14 de julio de 2008

Biiiip …biiiip … biiiip …
- Coja el teléfono, por favor, cójalo, ¡cójalo ya, doctor!
Bip - bip - bip - bip …
- ¡Mierda!
EL doctor no contestaba al teléfono, y ella iba a regresar de un momento a otro. Había ido a la cocina, según dijo, para ver si pillaba algo en la nevera. A quién se le ocurría ir a buscar algo de comer a las cuatro de la mañana… ¿Y aparecer en casa de desconocidos a esas horas? Sin duda, sólo a ella…
Parecía que tardaba en regresar. ¿Habría sido sólo una imaginación suya? Para comprobarlo, salió al pasillo y miró hacia la cocina. La puerta estaba cerrada, pero a través del cristal se percibían sombras en movimiento: realmente ella estaba allí. En ese momento la puerta se abrió, ella salió de la cocina con un sándwich en la mano y le vio a él ahí plantado en el pasillo.
- ¿Qué haces ahí, y qué miras con esa cara? - preguntó ella, pasando de largo hacia el salón. Él la siguió.
- Trataba de comprobar si eras sólo una ilusión mía; todavía no concibo que alguien desconocido pueda haberse plantado aquí a estas horas y todavía andar como Pedro por su casa. Sólo me cuestionaba si eres o no real.
- ¿Si soy real? ¿A qué llamas real? ¿A existir? Bueno, supongo que si estoy aquí es porque existo, ¿no?
- ¿Y se puede saber a qué has venido?
- ¿Acaso te molesta que esté aquí?
- ¡Claro que me molesta! ¿Sabes acaso qué hora es?
- ¡Vamos! ¿Y ahora qué me vas a decir, que deberías estar durmiendo?
- ¿Por qué no?
- Porque últimamente no pegas ojo, Fernando, y hoy no iba a ser una excepción. Si yo no estuviese aquí, estarías dando vueltas en la cama o de un lado para otro. A mí no me engañas. Así que al menos podrías agradecer que esta noche tienes compañía.
- ¿Qué esta noche tengo compañía? ¿Has venido buscando sexo?
- ¡Ja! Pero si eso no te lo crees ni tú. Ahora mismo tú no puedes tener sexo, igual que no tienes memoria, igual que no tienes fuerzas para seguir adelante. Pero yo puedo darte compañía.
- Un momento, ¿cómo sabes tantas cosas de mí, y de todo esto? Mira, creo que será mejor que te vayas.
- A mí me lo dices con mucha más delicadeza que al resto de la gente… creo que en el fondo no quieres que me marche.
- ¡Bien, pues que te largues de una vez de mi casa, desconocida! ¿Así lo entiendes mejor?
- Siento comunicarte que no puedo marcharme… yo sólo existo en ti. Así que te recomendaría que te tranquilices y que seas algo más amable. Eres demasiado hostil contigo mismo.
- Está bien… No entiendo nada, pero está bien. ¿Cómo te llamas?
- Ponme un nombre.
- ¿No tienes nombre?
- No, si tú no me lo pones. El nombre no tiene mucha importancia. Yo soy en ti lo que soy; la manera de designarme puedes elegirla tú si quieres.
Entonces, por primera vez Fernando se detuvo a observarla. Claramente tenía que ser adulta, pero en sus rasgos dulces y sus movimientos ágiles había algo de la inocencia de una niña, así que era difícil estimar su edad. Numerosas puntas de su pelo cobrizo se disparaban sobre sus ojos oscuros, que le miraban atentamente esperando una respuesta. Las primeras luces del día despuntaban en el cielo y penetraban en la estancia a través de la ventana.
- Lucía.
La chica sonrió y asintió con la cabeza. En ese momento se puso a sonar el teléfono. En la pantalla aparecía el número del doctor.
- ¿Puedes salir un momento? - la pidió. - Tengo que atender una llamada, y me gustaría hacerlo en privado.
Obedientemente, ella salió del salón cerrando la puerta tras de sí.
- ¿Sí?- Hola Fernando, soy el doctor Ibáñez, esta noche he estado de guardia y acabo de ver aquí tus llamadas. ¿Ha ocurrido algo?
- Sí, sí que ha ocurrido algo, doctor. Usted dijo que la medicación que me mandó podía tener efectos secundarios, y me parece que los ha tenido.
- ¿Cuáles han sido?
- Delirios, paranoia.
- ¿Podrías especificarme algo más? ¿Qué has visto o sentido?
- Había una chica en mi casa. Apareció al cabo de un par de horas de haberme tomado los antidepresivos. Sabía todo de mí, incluso mi nombre, decía que no podía marcharse y que había venido a hacerme compañía. También me pidió que la pusiese un nombre…
- Entonces no te preocupes, el tratamiento va exactamente como se esperaba. NO hay ningún problema.
- ¿Qué?
- Sí, estate tranquilo y prosigue con tu medicación como hasta ahora. Y respecto a ella, cuídala bien; ya te irás acostumbrando a sus visitas. Es ella precisamente quien va a sacarte de todo esto.
- ¿Eso es todo?
- Eso es todo. Ahora, si me permites, me gustaría irme a acostar. Buenos días, Fernando, y vuelve a llamarme si surge algún problema con tu tratamiento.
- Muy bien, gracias, doctor.Colgó el teléfono y salió del salón a buscarla. Pero solamente encontró una nota sobre su cama:

“Volveremos a vernos.
Firmado: Lucía.”

2 comentarios:

naranja venenoso dijo...

Genial!!!! Te felicito!! Muy buen texto!! Esquizofrénia? Síntomas Psicóticos? No sabría que decirte... pero me ha parecido sublime!! Me ha encantado de verdad!!

vomiton dijo...

WTF?

Muy benne, en serio. Texto corto, pero contundente y misterioso.