-Exijo que
me cedas la mitad de tus reponsabilidades.
-Ya sabéis
cual es mi respuesta.
-Estás
débil. Te has desgastado mucho tras tantos años de proteger a esos
desagradecidos. ¡Me necesitas!
-Mi
decisión no va a cambiar. Seguiré escuchándole y teniendo en
cuenta su opinión, pero yo decido. Es mi deber velar por
ellos.
-Entonces libérame. Deja que me vaya.
-Entonces libérame. Deja que me vaya.
-Puede
decir lo que quiera, pero su cuerpo le traiciona. Si dejara de agitar
su cola sus intenciones serían menos evidentes.
-¡Maldito
seas! Si abrieras tus ojos verías lo que realmente está sucediendo
allí abajo. ¡Estás ciego! Tienes que intervenir, cambia tu
actitud, ¡haz algo!
-Si
cambiase mi actitud no sería yo, sería usted.
-¿Que
tiene de malo ser yo? Muchos de ellos me adoran, y otros muchos te
detestan. Eres un perdedor. Ha llegado mi hora, ¡apártate!
-¿Sabes? A
veces trato de imaginar que pasaría realmente si le cediese mi
cetro. Tengo claro como actuaría su excelencia con ellos, y también
como me trataría a mi, pero igualmente se que muchos estarían
contentos. Y entonces pienso ¿no es para lo que los cree, para que
fueran felices? Usted haría felices a algunos, a aquellos que
disfrutan con el mal ajeno, pero finalmente arderían todos juntos,
no existiría un mañana.
-¿Y ahora
que mañana tienen? ¡Uno sin esperanza! Su vida es un calvario, y te
culpan a ti. Jajaja
-La culpa
es suya. Son incapaces de aprender por ellos mismos, necesitan un
guía.
-¡Vaya
mierda de guía! Pregúntales, lo estás haciendo muy mal.
Avergüénzate y deja que sea yo su salvador. Hazlo por ellos.
-Descansaría
encantado, pero no soportaría verlos ahogados en burbujas de sangre
hirviendo. Ese es su don excelencia, hacer sufrir al prójimo. No
permitiré que acabe con ellos.
-¡No has
entendido nada! No quiero acabar con esa escoria, quiero darles una
razón para vivir. Que luchen por lo que más quieran. ¡Que sepan
que la vida es el mayor regalo jamás concedido! Y si para que se den
cuenta tienen que mancharse las manos de sangre, y que su mundo se
tiña de oscuridad, y que las llamas se lleven a los débiles de
corazón ¡que así sea! Pero se merecen algo mejor que lo que tienen
ahora, su vida ya es un infierno. Dales la oportunidad de que ellos
escojan: ¡la salvación o el fin!
Días
después, tras explorar en los corazones de los hombres, Dios liberó
una parte de su mente, y usó las llaves para abrir la puerta del
Apocalipsis en el planeta Tierra.
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