"relato erótico" según Púrpura Tenue

12 de octubre de 2008

Fuera llueve. Llueve rápido, fuerte y sin descanso. Aunque sólo son las 4 de la tarde, ya es de noche. Afuera no hay nada. Sólo el cielo, que empuja a las nubes haciéndolas gritar. A dos mil metros de distancia vertical, la tierra espera impaciente el aliento que viene de arriba.

El agua cae, suena… machaca la superficie. El cielo se enciende. Son las estrellas que, despistadas por el fenómeno, deambulan de un lado a otro en busca de su constelación.

Cerca, muy cerca de allí, en mitad de la nada, dos seres insignificantes están a punto de conocerse.

Fuera, en la superficie, huele increíblemente bien. Las ramas de los árboles se expanden en todas las direcciones, esperando quizá, encontrar algún compañero al que aferrarse. Mientras, el agua sigue formando surcos en la tierra.

Llueve dentro. Llueve que quema. En el coche, el jugueteo de las estrellas y el cielo pasa prácticamente desapercibido. Dentro, acaba de empezar otra batalla mucho más emocionante.

Tiemblan, los dos tiemblan. No es que sean inexpertos pero, por primera vez, se sienten indefensos.

A tres botones menos de distancia, él empieza a ponerse un poco nervioso. Ella está jugando con su blusa. ‘Está más guapa que nunca’, piensa él. Sin saber muy bien dónde mirar, descubre la curva de su cuello. Tiene la piel de gallina. Dos segundos después, se sorprende mirando su escote.

Antes de poder apartar la mirada, ella ya está encima de él. Se besan como locos, como en las películas (en la versión para mayores de 18 años) donde un meteorito gigante está a punto de acabar con la vida en la tierra.

Se devoran como dos bestias salvajes. Ya no existe la música de la radio, ni el crujir del agua en el cristal, ni los rayos, ni el viento, ni tampoco el atardecer. Afuera no hay nada más.

Le besa los ojos, la boca, la piel… Sus dedos se deslizan siguiendo la estela de lunares que tiene en el cuello. Ha contado siete. Ella, que lleva dos minutos de ventaja, dirige sus manos hacia su pecho. Tiembla, otra vez tiembla. Los dos tiemblan. Él vuelve a sentir su piel de gallina acariciando su cuerpo.

No se cansan. Llevan así más de 15 minutos, ansiosos como un par de niños pequeños por el postre del domingo, ralentizan cada bocado, temiendo acabar con el dulce demasiado rápido…

Dentro diluvia. Se agarran, se muerden, se hieren… A dos mil metros de distancia vertical, la tierra responde agradecida. Fuera, la naturaleza, contempla, atónita, la aventura de un par de cachorros humanos.

"relato erótico" según Naranja Pasado

1 de octubre de 2008

Sonará el timbre de la puerta, y sabrás que soy yo. Y sabrás lo que te espera...

Te acercarás a abrir, casi estremeciéndote imaginando lo que haré al traspasar el umbral. Quizás sin dirigirte la palabra siquiera.

Me abrirás, y en el mismo marco de la puerta ya te estaré besando. Nada de caricias dulces. De buenas a primeras, notarás el calor que emito desde cada poro de mi piel. Mi lengua jugueteará con la tuya y mis manos recorrerán tu cuerpo, aún vestido, sin ningún tipo de vergüenza o tapujo.

Caliente, tanto que quema. El baile de feromonas será tal que podrá percibirse como una niebla que nos envuelva. Comenzaré a desvestirte allí mismo, ante el espejo recibidor, y podrás ver tu imagen reflejada, mirándote fijamente mientras yo te esté lamiendo el cuello. Mis manos comenzarán a tocar tu piel ya desnuda, y notarás otra vez ese estremecimiento de lo que se avecina. En este momento te darás cuenta de que la ropa interior ya sobra.

Te miraré fijamente mientras me muerdo el labio, y mientras lo haga notarás como mis dedos comienzan a explorarte. Todo arderá de tal manera que incluso creerás que el vaho empaña los cristales.

En un instante estaré detras tuyo, empujándote contra el espejo, sujetándote una mano y paseando la otra por donde yo quiera.

Te dejarás ir; sabes perfectamente que los gemidos me ponen.

"relato erótico" según Blanco Niebla

“Estábamos sentados, uno al lado del otro. En la televisión solo daban programas de concursos basura y tele tiendas, era ya muy tarde... Los dos andábamos calientes, hacía días que el ambiente andaba bastante cargado, nuestras vidas estaban tan ocupadas que ni siquiera teníamos tiempo para las relaciones íntimas. Con el sonido de una de las melodías televisivas comenzó a tocarme la pierna, yo me sobresalté, había encendido el botón que hacía días que andaba en Off. Fue subiendo la mano hasta que llegó a la entrepierna, el calor de mi cuerpo reaccionó ante su mano, helada, sensación que me gustó y que dio la voz de alarma a todas mis hormonas que abandonaron el estado mórfico que las mantenía en calma. Le miré a los ojos y vi la profundidad de su mirada; tenía las pupilas dilatadas –posiblemente yo también las tenía- Sus ojos siempre habían tenido una profundidad inusual, especial, y aquella noche no podía ni siquiera avistar el horizonte que siempre había sumergido en ellos.

Comenzamos a besarnos, poco a poco, saboreando el néctar que albergaban nuestras lenguas. Su mano, todavía en mi entrepierna comenzó a moverse lentamente, se aferró con fuerza a mi minúscula ropa interior y fue deslizándola suavemente, como si de un baile armónico se tratara; Fuimos dando rienda suelta a nuestra pasión, desnudándonos en cada impulso. Sus manos hacían reaccionar todos los músculos de mi cuerpo, extasiados, embriagados de placer. Entonces, me tomó con fuerza y me empujó contra el colchón, algo brusco, pero muy sexual, algo que hizo subir la temperatura a muchos más grados de los que se encontraba su mano mientras me acariciaba el sexo. Yo boca abajo, él detrás mío; comenzó a lamerme la espalda y fue bajando poco a poco hasta que llegó al punto donde estaban reunidas todas mis neuronas en ese momento; comenzó a mordisquear, a lamer, yo me derretía de placer, nunca nadie me había comido tan bien el coño, sí, tenía que decirlo, aunque sea una ordinariez. Comencé a moverme bruscamente, los movimientos que manaban de mi cuerpo lo excitaban más y más. Entonces, como si estuviera poseído por algún dios infernal, levantó la vista y haciendo un gesto de triunfo con la mirada me penetró; un estallido de dolor y placer surgió de mi boca; el ritmo trepidante con el que comenzó hizo que sudará cada poro de mi piel. Me encanta que los hombres tomen el control. Entonces, de repente, retiró su miembro y me agarró las muñecas dándome la vuelta; tenía un as en la manga: “shh, cierra los ojos”. Me vendó los ojos con un pañuelo y me ató las muñecas con una especie de cuerda (posiblemente el cordón de una de sus converse); sus manos me balanceaban y yo estaba cada vez más excitada, entonces volvió a embestir, esta vez a cuatro patas, mis glúteos chocaban contra sus muslos en un frenético bamboleo. El roce de su miembro contra el interior de mi vagina era como si explotase todo el universo. Así, llegué al orgasmo. “ahora te toca a ti seguir el juego”. Después de seguir su misma táctica, una vez atadas sus manos, pero no cubiertos sus ojos –quería que lo viera todo- bajé hasta su polla –para que llamarlo de otro modo- y, con ese peculiar olor a sexo, a saliva y a sudor, comencé una felación que duraría casi 20minutos, él se moría de placer, me pedía más y más; en el momento en que aquel éxtasis llegó a su punto más alto me aparté, me puse de cuclillas e hice que me penetrara de nuevo mientras expulsaba desde dentro todo ese placer sexual. Lo desaté y calló rendido entre mis pechos. “esto hay que repetirlo, quiero ver hasta que punto podemos llegar”.


[*] Espero no herir la sensibilidad de nadie ;)

"relato erótico" según fucksia anorak

Ella estaba desnuda, recostada de lado, dándome su eterna espalda. Yo la acaricié con el dedo índice de arriba abajo. Me recordaba a una majestuosa estatua derruida, a un belleza inmortal. Pues las estatuas son hermosas cuando están derruidas, ya que imaginamos su esplendor y soñamos e idealizamos su majestuosidad.

Mi áspera lengua recorrió el borde de su oreja izquierda y la abracé con mi escuálido brazo izquierdo. Su hermosa cabeza empezó a brillar y, poco a poco, a perder su opacidad. Mordisqueé su exquisito cuello y su estilizada cabeza brillaba más y más.

Grácilmente, se tumbó boca abajo y yo me acaricié el pene. Me puse de rodillas sobre su cabeza y mis manos se introdujeron, lentamente, en su luminoso cerebro. Mis claros ojos se pusieron en blanco. Y la penetré. Ella apenas gesticulaba, permanecía impávida. Lo único que movía era sus deliciosos brazos, como si estuviera volando.

Yo empujaba cada vez más rápido. Era de las pocas veces que el incontrolable tiempo estaba a nuestra merced. Una eternidad, un instante...No importaba, las reglas eran diferentes pero las personas eran las mismas.

Y, al cabo de unos placenteros minutos, Grité, jadeé y un chorro de violenta luz salió escupido por mi húmeda boca. Escalofríos tenía en las rodillas, tuve que apoyarme en la pared y respirar muy lentamente. Y sonreí.

Ella clavó sus afilados codos en el caro colchón y levantó su, ya no luminosa, cabeza con una amplia sonrisa. Le acaricié las mejillas con todos los dedos de la mano derecha y le miraba punzantemente a los exquisitos ojos. Suspiró dulcemente y dijo: “Ahora me toca a mi”. Me incorporé y caminé como una sigilosa pantera hacia su perfecta vagina*. Puso sus aterciopeladas piernas sobres mis hombros y mi cabeza empezó a perder su opacidad y a brillar como una nova. Y ella introdujo sus rígidas manos en mi cerebro y empezó a jadear y gemir. Gemir. Gemir. Gemir Gemir eternamente. Ya nunca pude separarme de su perfecta vagina. Toda la eternidad.



*¿ Cómo definir (o nombrar) la palabra coño sin que suene violenta o vulgar? Pensado (cosa rara) he puesto al final “perfecta vagina”, pero he estado a punto de poner “rosada feminidad”. Joder, el hartón de reír que me he “pegao”. “Rosada feminidad”.... Me parto.