"Amor" según Blanco Hielo

21 de mayo de 2008

Duele, siempre duele; aunque a algunos les cueste reconocerlo, se trata de dolor puro y duro. Duele el tuyo propio, el de los demás, el que has perdido, el que no llega... el caso es doler."Pero eso no es así siempre -replicarás tú, ingenuo-, porque hay veces que le hace feliz a uno." Pues bien, te demostraré tu error mediante un símil muy ilustrativo.¿Alguna vez te has/han dado un golpe muy muy muy fuerte? y, ¿no sólo fuerte, sino además en algún lugar horrible: el codo, la espinilla, el dedo meñique del pie? Entonces sabrás de qué te hablo. Nada más recibir el golpe no sientes absolutamente nada, es algo casi agradable, como ser incorpóreo. Ahora bien, pasados unos instantes, creo que no hace falta que describa la sensación de corporeidad infernal que aparece de pronto. Y claro, después viene la herida o moratón correspondiente.Pues ésto es igual, sólo que con los tiempos dilatados. En vez de durar cada fase unos segundos, dura unas semanas, unos meses, a veces años... y las cicatrices, directamente, hay veces que nunca llegan a curarse.Así que mira, no te engañes: no eres feliz, es sólo que te encuentras en ese instante justo antes de retorcerte de dolor.

"rebelión ponys" de Púrpura Tenue

Cada noche, Nopla mira el manto del cielo soñando con un milagro que cambie la trágica situación de su pueblo. Los caballos llevan años convertidos en auténticos déspotas, sometiendo a su raza, los ponys, y aniquilando cualquier atisbo de rebelión.

Su aldea, diezmada por la guerra, ha decidido huir, atravesando el océano para llegar a las islas Mose, el último refugio libre del mundo.

Desde una colina, donde antes se erigía su pueblo, Nopla ve cómo el imperio de los caballos ha transformando hasta el último centímetro su querida tierra, de casi 5.000 años de antigüedad. Ya no queda nada que su memoria sea capaz de recordar. Incluso pasan los días sin que vea a otro pony. Ante él, tan sólo quedan los edificios que desafían el cielo, construidos por los esclavos de los caballos.

Las noticias que llegan desde fuera no pueden ser menos esperanzadoras, los ponys supervivientes de la última masacre retroceden y huyen despavoridos. Mientras, los caballos continúan adquiriendo más poder, conquistando nuevos territorios.

Erguido en aquel montículo, Nopla siente placer al notar cómo el viento fresco del anochecer enreda su larga cabellera, rozando su piel. Sumido en sus pensamientos, recuerda las historias que los ancianos cuentan de aquel lugar. Leyendas en las que caballos y ponys vivían en paz junto a otros animales, cuando sólo eran bestias sometidas al yugo del hombre.

Por un instante, Nopla imagina a uno de aquellos seres, erguido a dos patas y extinguido hace más de 2000 años a causa de una guerra mundial por el agua.

Aunque todavía quedan algunos resquicios de aquella extraña civilización, sobre todo, símbolos extraños en pequeñas piezas de papel, Nopla es incapaz de imaginar cómo aquel ser, egoísta y estúpido, tal y como cuentan sus antepasados, fue capaz de domesticar al caballo y a su propia especie durante tantos años.

Los sabios cuentan que, cuando el hombre olvidó su propia naturaleza, la oscuridad se abrió camino, aniquilando a todos los de su especie y dejando la tierra exhausta. Fue entonces cuando el resto de criaturas de sangre caliente convivieron en paz con las de sangre fría durante casi mil años hasta que un día los caballos decidieron convertirse en los amos y señores, como un día hiciera el hombre, de aquel mundo libre.

Entonces todo volvió a cambiar. La paz se tornó en guerra cuando los caballos secuestraron a todos los gusanos de seda, haciéndoles trabajar día y noche, rompiendo así el equilibrio natural que se había instaurado desde la extinción del ser humano.

Con la seda que obtenían empezaron a hacerse fastuosos trajes, haciéndose cada vez más presumidos y despreciando al resto de criaturas, sobre todo, a su familia más cercana, los ponys.

En mitad de la noche y en lo alto de la colina, Nopla divisó una estrella fugaz. Sin saber por qué, pidió la fuerza suficiente para seguir con vida, para tener una oportunidad de enfrentarse a aquellos seres cada vez más despóticos.

Al despertar, un ejército de ponys le esperaba bajo la colina. ¿Pero cómo…? ¿Acaso su sueño ha terminado por convertirse en realidad? Aturdido por aquella marabunta casi mágica, sintió, por primera vez en su vida, que todo era posible y que su revolución soñada empezaba a cobrar fuerza….

"rebelión ponys" de Azul oscuro casi Blanco

16 de mayo de 2008

Pese a ser pony me pasé parte de mi vida siendo caballo. O yegua. Ya no lo recuerdo. Fui concebido en una gran juerga con caballos pasados de hierba. Hasta el día de mi nacimiento nadie podía asegurar si saldría blanco, gris, marrón o negro. De aquella noche sólo recuerdo el olor a alcohol de un redneck poco agraciado físicamente y los gritos de la puta de su mujer enorgulleciéndose de haber agarrado la polla unos meses atrás a mis cuatro posibles padres. Quién sabe si aún hacía visitas nocturnas al establo. Zorra. La lotería genética se había jugado y desgraciadamente me tocó perder. Potrillo con bigote. Único en todo Utah. En el siglo XXII acostumbran a poner punteros láser en las herraduras para señalar el tipo de caballo que eres. A mi me las tuvieron que cambiar a los 2 años cuando vieron que no iba ser un galán de crin larga. Embusteros. Ahora tenía las luces más horribles que se podían tener. En lugar de láser se asemejaban a dos bombillas rojas de club de alterne barato. Tengo que reconocer que me dejaban una sombra intrigante pero les faltaba style. Toda mi puta vida viendo películas del oeste, con esos caballos esbeltos y esas estupendas yeguas para ser montadas con esas nalgas y el pelo siempre estupendo. Dios, me pongo súperpony sólo con pensarlo. Me llevé la noticia y la tarjetita de pajero en forma de pera roja de cuarenta vatios. Era el puto pony con bigote más amargado al oeste del río Michimichi-gangang.

Con tres años me convertí en el primer pony científico nuclear de la historia y mi ambición era única: meterles por el culo a los caballos la mayor cantidad posible de hidrógeno fosfatinizado o en su defecto algo de polvos pica-pica y un Ford Fiesta amarillo.

A la edad de cinco me quedé ciego por culpa de abusar de la Play Station 18 y cuando estaba a punto de suicidarme vino en mi salvación un pony tibetano-bigotudo que me enseñó a amar a todos los seres y a los Juegos Olímpicos. Después lo maté y me lo comí. Reflexioné, me di cuenta de mi error y vomité. La forma de derrocar a los caballos siempre había estado dentro de mí. I just realized que me tenía que querer a mí mismo y dejar de tener prejuicios sobre como debería ser. Era un pony y estaba orgulloso de serlo.

Ahora que era verdaderamente libre sabía cuál era el camino a emprender. Primero de todo abriría una cuenta de fotolog que me había dado cuenta que molaba mogollón. Un pony ciego siempre vende. Lo segundo, intentar pasarme por la piedra a todas las ponias que se pusiesen a tiro. Iba a ser feliz y con suerte tocaría algunas tetas. Putas.

"rebelión ponys" de Negro Indigo

12 de mayo de 2008

- ¿Acaso no estáis cansados de ser los llamados caballos en miniatura? ¿No os habéis hartado ya de ser monos? ¿No deseáis ver un cambio?

Caía el atardecer y una gran manada de ponys se reunía junto al río, al lado de los campos de granjas de los feriantes de la zona. Algunos se habían tumbado sobre la hierba, curiosos ante el discurso de su más antiguo dirigente y patriarca. Él, un pony de apenas 80 centímetros de altura, se alzaba orgulloso en lo alto de un montículo. Tenía largas crines negras, y su pelo rondaba tonos marrones y negros.

- Aquí los caballos se usan para trabajar, para pasear. No suben a cualquier persona a un caballo. Ni los atan a dar vueltas en círculo. Esto debe acabar.

- Si me suben otro niño dando gritos a lomos, juro que lo arranco la cabeza – murmuró uno de los ponys más jóvenes, que se hallaba acostado en primera fila bajo el montículo.

- Eso es. Nunca se ha visto a un caballo atado a un torno cargando niños, mientras sus padres comentan lo mona que es la estampa. ¡Un pony no tiene por qué ser mono! ¡Somos los antepasados de los que ahora se jactan de ser nuestros hermanos mayores! ¡No fue sino la actuación de los humanos la que mejoró la altura de los caballos! ¡Debemos exigir más respeto!

La multitud comenzaba a asentir. Estaba claro que su líder jamás se había equivocado, ni les había llevado a error ni a catástrofe.

- No hay más que fijarse en los juguetes que llevan los niños. ¿Acaso les habéis visto portar caballos de colores con ridículos dibujitos en el culo? ¡Somos el hazmerreír de la especie animal! Os aseguro que si planteásemos ante el mundo animal lo que estamos a punto de plantear aquí, no nos tomarían en serio. Pero esto debe cambiar. Debemos dejar de ser los juguetes de los humanos. Debemos alcanzar el escalón que nos corresponde, y que está sin duda por encima de los caballos.

Lentamente, desplazó su mirada hacia otra pradera. Al otro lado del río, una manada de caballos se encontraba en sus dominios. Su líder, un gran semental negro, se hallaba de pie entre ellos. Todos parecían prestarle gran atención.

- Esto tiene que acabar. No sé vosotros, pero yo estoy harto de dedicarme a procrear. Soy algo más que un pedazo de carne. Fijaos en los ponys, más pequeños que nosotros, de menor rango sin duda. ¿Y acaso los emplean en tareas arduas y duras? No, claro que no. Ellos tienen todo el protagonismo que quieren. Los llevan los primeros a la feria, a que paseen a los niños. ¿Y quiénes son los encargados de arrastrar todo el material hasta allí? ¿Quiénes trabajan para que el resto tenga feria? ¡Esto debe cambiar!

Los sementales más jóvenes no podían estar más de acuerdo. Ellos no conocían nada más que el trabajo físico. Los humanos les dedicaban atención para que estuvieran sanos, puesto que de ellos dependía la continuidad de la raza. ¿Pero les dedicaban acaso cariño? Pasaban con ellos el tiempo justo para admirar la perfección de sus formas, y con las mismas se iban a ver las monerías de los ponys.
- ¡Nosotros debemos exigir el derecho a ser monos! ¡Somos el hazmerreír de la especie animal! ¡Las mulas de carga de los humanos! ¡Usados en competiciones y trabajos forzados! ¿Pero nos lo agradecen acaso? ¿Nos dedican tiempo para mimarnos? No más allá de los cuidados básicos imprescindibles. ¡Debemos exigir un cambio!

La manada asentía con firmeza, sabían que la situación era ya insostenible.

- Debemos dejar de ser las herramientas de los humanos. Debemos alcanzar el escalón que nos corresponde, y que está sin duda por encima de los ponys. ¡Y es necesario que esto lo alcancemos cuanto antes!

Lentamente, dirigió su mirada al otro lado del río. Allí, los ponys continuaban con su debate:

- Mirad cómo nos miran… sin duda estarán pensando que somos una pandilla de vagos, aquí tumbados sin hacer nada. Claro, tenemos que descansar, que luego toca que los niños nos tiren de las crines.

Al otro lado del río, se gestaban pensamientos similares, aunque no tanto en el contenido:

- Mirad cómo nos miran… sin duda estarán pensando que somos una pandilla de vagos, aquí plantados sin hacer nada. Claro, tenemos que trabajar, que luego el protagonismo se lo llevan otros.

No se sabe con certeza qué discursos acontecieron después ni qué acciones fueron las primeras en llevarse a cabo. Tampoco nadie en las granjas pudo explicarse cómo, pero a la mañana siguiente la mayoría de los ponys y caballos aparecieron con brutales heridas. Muchos yacían muertos a los márgenes del río. Algunos lo achacaron a un posible robo, que en el último momento debió de salir mal. Otros a un depredador. Los recogieron, los cuidaron y enterraron a los muertos. Pasado un tiempo, todo pareció volver a la normalidad.

El anciano pony miraba hacia la ventana, pues la luz que entraba en el establo era cada vez menor. A continuación le dijo a su nieto:

- Ya es tarde, mañana te seguiré contando la historia.

- ¿Pero qué pasó abuelo? Fuimos a la guerra con los caballos, ¿verdad? ¿Y quién ganó? Nunca se habla de eso en ningún lado.

- Nunca se habla de ello por vergüenza. Somos la única especie animal que jamás ha entrado en guerra civil. No olvides que los ponys somos los antepasados de los caballos. Antiguamente, los caballos poseían nuestra altura. Fueron las intervenciones de los humanos y las mezclas de razas las que otorgaron a los caballos su altura y porte actuales.

- ¿Pero quién ganó? Porque ahora mismo todo sigue igual, ¿no es cierto? Nosotros y los caballos no pasamos del saludo. No hay caballos que sean amigos de los ponys, ni ponys que sean amigos de los caballos.

El anciano pony miró a su joven nieto y suspiró, comprendiendo que no había entendido nada.

- Ahora es tarde, y debes irte a dormir.

Mientras el joven pony se retiraba a su rincón, su abuelo volvió a mirar por la ventana, a sabiendas de que en el establo de al lado se oía la misma historia.

"rebelión ponys" de Fucsia Anorak

En una carretera de Cuenca, dos ponys van en un vehículo a velocidad de infarto

Riquitaun-¡Venga! ¡Acelera!

Churchilillo-Ya le doy, ya le doy. Joder, el día de la gran batalla en la cual nuestro destino, y el de la humanidad, va a cambiar y tú llegas tarde

Riquitaun-Lo siento, Churchilillo. Cuando estoy nervioso, me da mucho por ir al lavabo...Y, también, tenía que traer cosas para que el viaje nos sea más ameno.

Riquitaun coge un cinta de cassette, la rebobina con la pezuña durante unos 30 segundos y la pone en el radio-cassette

Radio Cassette-“...corre, corre caballiiitooooo....”

Churchilillo-¿ Pero tú estás tonto o qué ?

Riquitaun-Bueno, no te enojes: sólo es música

Churchilillo-Ni música ni hostias, que vamos a luchar contra caballos y esta puta canción ni anima, precisamente.

Riquitaun- A mi sí.

Churchilillo- Mira, déjalo.

Riquitaun-He traído un filme.

Churchilillo-Estoy conduciendo, pero puedes verla. Algún que otro vistazo le daré

Riquitaun-¡Bien! Sale Gene Hackman

Churchilillo-Umm, buen gusto. Gran actor, mejor persona.

Riquitaun- Se llama “Beat the Bullet”

Churchilillo- ¡Pero de qué cojones vas? Esa película es un alegato en defensa de los animales contra los cuales vamos a luchar: los caballos.¡ Te voy a meter una coz de aúpa!

Riquitaun-Pero yo...

Churchilillo-Mira, será mejor que cierres el hocico. Mira que eres burro.

Riquitaun-¿Puedo, al menos, leer?

Churchilillo-Sí

Riquitaun rebusca en una bolsa y saca un ejemplar de la Íliada

Churchilillo-¿Pero tú me estás tomando el pelo? Esto no puede ser posible.


Churchilillo frena en seco el coche


Riquitaun-Pero...

Churchilillo- Baja

Riquitaun-Si yo...

Churchilillo- Baja.

Riquitaun-Churchilillo, si es la gran bat...

Churchilillo-Baja


Riquitaun, efectivamente, bajó cabizbajo y se perdió la gran batalla. Tan apenado estaba, que se hizo cantante de blues y triunfó por todos los establos, ferias y demás lugares del mundo.

"rebelión ponys" de Negro Sable

"EL SEÑOR DE LAS HERRADURAS".

Pony Bolsón vivía con su viejo tío, Pony Pendejo Bolsón. Él admiraba a su tío pues en su juventud se había atrevido a salir de la Cuadra Comarca y ver mundo, viviendo interminables que plasmaba en su libro a la par que las relataba vez tras vez a los poco expeditivos habitantes de Comarca Cuadra.

Él era bajito, peludo y apestoso, pero no le importaba. Era feliz junto a sus amigos en la Comarca Cuadra, pero a diferencia de estos, ansiaba salir de allí y vivir aventuras como su tío. Lo que no sabía es que todo estaba a punto de cambiar.

Todos los ponis de la Comarca Cuadra se reunieron para celebrar el cumpleaños de Pony Pendejo Bolsón junto a un viejo amigo de este y convidado especial: Trotón, el gran mago gris. Aquella jubilar noche se desarrolló tal y como estaba previsto, hasta que Pony Pendejo Bolsón sorprendió a todos (como acostumbraba a hacer) anunciando su adiós a la Comarca Cuadra y desapareciendo literalmente de la vista de todos al ponerse una herradura dorada en sus patas peludas.

Pony Bolsón corrió a buscar a su tío, pero fue Trotón el Gris el que dio antes con él. Conocía aquel poder, aquella herradura dorada… ¡Era la herradura única! Aquel abalorio místico era el mal personificado, la explicación a las fuerzas y la larga vida de Pony Pendejo. Tras mucho insistir, Trotón el Gris consiguió que Pony Pendejo le entregase la herradura antes de partir. La despedida fue dura, especialmente para Pony, aunque no había tiempo para lamentos: la ansiada gran a ventura de Pony Bolsón estaba a punto de comenzar.

Trotón el Gris explicó a Pony la historia de la herradura única, forjada por el señor oscuro Caballón para dominar a todas las razas equinas de la Caballeriza Media. En la gran guerra, la herradura le fue arrebatada a Caballón, lo que supuso su confinamiento en la tierra de Mierdor. Ahora su espíritu lo vigilaba todo, en busca de su herradura. De hacerse con ella, toda la Caballeriza Media y las razas de caballo se verían sometidas a la crueldad de Caballón.

La misión de Pony Bolsón estaba clara: debía cargar con la herradura única hasta el monte del pepino, lugar donde se forjó y lugar donde debía ser destruida a fin de erradicar el poder oscuro de Caballón.

Trotón partió en busca de información sobre la herradura única, no sin antes dar órdenes a Pony Bolsón de reunirse con él en Posada Pestilente. El camino iba a ser peligroso para Pony, pues el gran Caballón había percibido el poder de la herradura y había enviado a sus caballos oscuros a recuperarla. Gracias a su habilidad e inteligencia, Pony logró llegar a Posada Pestilente eludiendo a los caballos oscuros, pero historia no había hecho más que comenzar.

A Pony Bolsón le sorprendió no encontrar a Trotón el gris en Posada Pestilente. Aquel refugio de caballos pirata daba miedo, más para un pequeño pony como él. Intentó pasar desapercibido, pero había alguien que no quitaba sus ojos de Pony Bolsón: Trancas el caballo de montura.

En medio de la noche, los caballos oscuros penetraron en Posada Pestilente, pero aquel pavoroso caballo de montura logró ocultar a Pony Bolsón a tiempo: no era un delincuente, sino un amigo de Trotón el gris que había acudido en su ayuda pues Trotón se encontraba en peligro: Frisón el blanca, el gran mago, se había dejado seducir por Caballón y había traicionado a Trotón.

Trancas, cuyo verdadero nombre era Asturcón el Semental, heredero al trono, acompañó a Pony Bolsón hasta la tierra de las zebras. Las zebras eran unos equinos bellos y poderosos que vivían en armonía con la naturaleza y que ante el despertar de Caballón, iban a partir de Caballeriza Media, no sin antes ayudar a Asturcón, Trotón y Pony con una decisión fundamental: ¿qué hacer con la herradura única?

En la mística tierra de las zebras se reunieron el rey de las zebras Zebrón, Gremlin el caballo enano (raza guerrera y fuerte, de escasa estatura y no muy inteligentes), Trotón y Bromurín los sementales (raza codiciosa y un poco chula), Pony Bolsón y Lelolas, el guerrero zebra de sexualidad confusa. Todos querían poseer el poder de la herradura única, por lo que la misión de cargar con la herradura y destuírla cayó sobre el puro corazón de Pony Bolsón. Aunque el resto de los presentes decidió acompañarle en su peligroso viaje.

Mientras tanto, Caballón había estado preparando sus tropas para invadir la Caballeriza Media y así dominar otra vez el mundo, recuperando por decreto la herradura única. El manto negro de su poder se cernía sobre Caballeriza Media, aunque sus ansías de poder le impedían ver que un pequeño grupo, la Comunidad de la Herradura, se dirigía a Mierdor para destruir la maléfica herradura.

El camino de la Comunidad de la herradura no fue fácil: tuvieron que luchar con las dificultades de la ruta, las inclemencias del tiempo, numerosos enemigos y sobretodo, con los enviados de Caballón y los caballos oscuros. Por suerte, al grupo se pudo unir Trotón, que había escapado del cautiverio a manos de Frisón el Blanco.

La Comunidad de la herradura llegó a un punto crítico en su camino: las minas de Mordía, hogar subterráneo de los caballos enanos, pero para sorpresa suya, los hombres de Caballón habían llegado antes acabando con toda la raza de caballos enanos, para ocultarse y atrapar así a Pony Bolsón y la herradura. No obstante, la sabiduría y poder de Trotón llevó al grupo a salvo de nuevo al exterior, no sin pagar un alto precio: su propia vida, pues fue capturado por el infernal Brabante, el caballo alado de fuego.

Sin tiempo para lamentarse, el grupo prosigue su viaje cuando es sorprendido por una horda de burros, feos y tontos engendros creados en los abismos por Caballón. La batalla es cruenta. Asturcón, Gremlin, Bromurín y Lelolas luchan fieramente para socorrer a Pony. En pleno fragor de la batalla, Bromurín cae presa de su corazón corrupto e intenta robar la herradura única, lo que obliga a Pony Bolsón a huír solo: sabe que sus acompañantes no tienen un corazón tan puro con el suyo y si sigue con ellos, la herradura corre peligro. Finalmente, Asturcón, Gremlin y Lelolas vencen a los burros, mientras que Bromurín se redime sacrificando su vida para que Pony pueda escapar.

El camino de Pony en solitario es duro, pero se encuentra con Culum, un extraño ser con pinta de pony gitano trasnochado, antiguo propietario de la herradura hasta que Pendejo Bolsón se la arrebató. Culum promete fidelidad a su “amo” Pony, acompañándole por un camino secreto que le lleve directamente a Mierdor, pero en el fondo, quiere traicionarle y robarle la herradura.

El peligroso camino oculto por el que Culum lleva a Pony llega al sendero secreto de los Tuertos, donde Culum tiene previsto traicionar a Pony para que sea devorado por el pato gigante devorador de caballos que allí habita. Por suerte, por ahí cerca pasaba Ponylisto Gordín (que hasta este momento no había pintado nada en la historia y por eso, para resumir, no le he mentado), que rescata a Pony Bolsón de las garras del pato caballófago y se deshace del traidor de Culum.

Finalmente, Pony y Ponylisto llegan a Mierdor, a las puertas del monte del pepino. Pero el gran culo flameante en el que se convirtió Caballón tras su derrota en la gran guerra, lo vigila todo e impide el acceso de los dos pequeños ponis al lugar en el que la herradura fue forjada. ¡Pero no estaba todo perdido! Trotón, Asturcón, Gremlin y Lelolas han reclutado a unos amiguetes caballunos y han formado un ejército suicida que pretende enfrentarse a las hordas de Caballón a fin de que este les preste atención y pase por alto a Pony y Ponylisto.

La batalla entre el ejército de los caballos buenos y los malos es muy violenta, pero lo suficientemente entretenida como para que Caballón pida una pizza, saque unas cervecitas y se dedique a verla como si del Manchester – Barça se tratase. Así que por la puerta de atrás llegan Pony y Ponylisto hasta el mar de lava que se oculta en el interior del monte del pepino. Ahora queda lo más difícil: deshacerse de la herradura.

Pony Bolsón se dirige lentamente a lanzar a la lava la herradura, pero su corazón mantiene una dura lucha entre los buenos sentimientos que todo pony debería tener, y el oscuro poder que se encierra en aquella herradura. Además, aquella herradura es de oro del bueno, no de ese bañado que venden en Carrefour, por lo que si lo vende, podría comprarse un agujero pony en su comarca, con piscina y todo. Pero ante sus dudas y la insistencia de Ponylisto Grodín, aparece Culum a quien todos daban por muerto. ¡Es su única oportunidad para hacerse con la herradura! Pony Bolsón y Culum comienzan a pelearse por la herradura, como si fuesen dos yeguas en las rebajas: se arañan, se muerden y se tiran de los pelos… pero finalmente Culum se hace con la herradura. Todo parece perdido, cuando Culum tiene un traspié y cae junto a la herradura a la lava del monte pepino. ¡Es el fin de Caballón!

De repente todo comienza a explotar, pero los buenos escapan. Peor final le espera a Caballón: si no era suficientemente humillante haberse visto reducido a un culo flameante en lo alto de una torre, ahora tenía que ver como todo a su alrededor de venía abajo y él moría. Tantos años de corrupción urbanística para nada…

Al final, todos pueden volver sanos y salvos a la mística tierra de las zebras, donde Asturcón es proclamado rey de la Caballeriza Media. Lelolas confiesa su caballosexualidad y se declara a Gremlin con un bonito “me van los peludotes enanos”. Trotón el gris descubre que en verdad es Trotón el blanco: nadie mejor que las zebras para enseñarle a no mezclar ropa blanca y negra al hacer la colada; y Pony Bolsón y Ponylisto vuelven a la Cuadra Comarca a vivir en paz.

Y esa es la historia de cómo fue destruida la herradura única y como los ponis, pequeños, peludos y apestosos animales que no contaban para nada en las apuestas de Ascot, demostraron que el poder está en el interior del corazón, que eran mejores que los caballos y que el tamaño no importa (salvo para Lelolas y Gremlin).